𝑱𝘢𝘤𝘢𝘦𝘳𝘺𝘴 𝐼𝐼𝐼

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Las Ciudades Libres eran parte de la educación geográfica que se le daba a los Príncipes, aunque Jace no se había detenido a pensar mucho en estas al no ser parte de los Siete Reinos

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Las Ciudades Libres eran parte de la educación geográfica que se le daba a los Príncipes, aunque Jace no se había detenido a pensar mucho en estas al no ser parte de los Siete Reinos. Solo había considerado a Pentos, la más destacada entre las Ciudades Libres, para trazar un acuerdo con el Príncipe de Pentos de su tiempo para llevar a sus hermanos menores allí como pupilos. Lamentablemente, el barco en el que fueron transportados nunca llegó.

De solo pensar en eso, el corazón de Jacaerys se encogió. No había pasado mucho —para él— desde la muerte de Viserys y el fuerte trauma de Aegon, de lo cual se sentía culpable. Había pensado que enviarlos a Pentos era la mejor opción para ellos, mantener a salvo a sus adorados hermanos menores que eran tan pequeños que ni siquiera podrían montar un dragón. Ellos volverían cuando su madre tomara el trono. En cambio, la Triarca atacó y él mismo pereció en la batalla.

Jace no recordaba haber pensado en algún momento en Meereen. Consideró visitar Astapor para comprar Inmaculados que combatieran para ellos, pero pensó que eso haría ver mal a su madre y desistió de la idea. Pelear con Inmaculados para defender Meereen no era lo más extraño que le había sucedido aquel día. Esta vez, al menos le habían dado comida y agua antes de luchar.

Estaba en el séquito de Gusano Gris, siguiendo sus instrucciones. Jace era un buen soldado, así su padrastro Daemon se había asegurado que fuera y, mucho antes de él, Ser Harwin Strong le enseñó todo lo que sabía como capitán de la Guardia de la Ciudad. Sin embargo, los Inmaculados eran unos soldados innatos, dedicando toda su vida a entrenar y no teniendo otras actividades como clases de etiqueta o montar a un dragón.

Gusano Gris le informó rápidamente sobre las disputas que había entre Yunkai, Astapor y Volantis con respecto a Daenerys Targaryen y sobre los dolores de cabeza que les provocaban los Hijos de la Arpía. Jace, que tenía mucha información para procesar, entendió que, básicamente, tenía que luchar contra los hombres que llevaran máscaras doradas.

Las palabras que le dijo a la Reina habían sido sinceras. En cuanto Gusano Gris le dio una espada, no sin cierta vacilación de su parte, Jace la dominó y la usó únicamente para los enemigos de la Reina, a pesar de apenas comprender todo el asunto.

Aunque mucha valentía de su parte, Jace no había librado ninguna batalla igual a esta. Si había participado en algunas, siempre fue a lomos de un dragón, por lo que no se había sentido tan expuesto y vulnerable como en ese momento. Con una orden a Vermax, la lucha hubiera finalizado.

En su lugar, Jace se armó de valor y peleó hombro con hombro junto a Gusano Gris, que en cierto momento pareció aceptar su compromiso para con la Reina y confió en él. Jace, que ya no tenía nada, luchaba con fervor en nombre de una Reina que apenas conocía.

—¿Has estado en una guerra antes, Lonmouth? —gritó Gusano Gris, por sobre el ruido de gritos, llantos y espadas chocando.

—Jace —dijo él, porque si tenían que llamarle la atención con un apellido que no era suyo, en medio del calor de la batalla tardaría en recordar su mentira—. Y si podría decir que sí, sí.

𝐕𝖺𝗅𝗒𝗋𝗂𝖺𝗇 𝐁𝗅𝗈𝗈𝖽 | got & hotdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora