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Tras aquella carrera de caballos, —y los acercamientos raros que tuvieron—, ambos habían mantenido una relación bastante normal, por lo que su desempeño no se vio afectado en los últimos tres días.

Al finalizar una jornada de trabajo ambos descansaron bajo la sombra de un árbol, apreciando el cambio que surgía en el cielo.

— Me encantan los atardeceres.— dijo Dan mientras abrazaba sus piernas.

Lo miró de reojo, viendo como el castaño tenía la vista perdida hacia el horizonte.

Era un ambiente bastante relajante.

— Oye.— habló llamando la atención de su contrario.— ¿Cómo es que soportas hacer estás actividades todos los días? Quiero decir, yo nunca podría.

Vió como Dan lo miraba en una mezcla de sorpresa y confusión, pues aquella pregunta había salido muy de repente. Pero, ¿podría culparlo? No, no podía, pues aquel tema lo carcomía desde que lo supo.

— Simplemente me acostumbré.— respondió con una sequía tan impropia suya.

— Ya veo.— una duda resulta, faltan más.— Pero ¿Por que trabajas desde tan pequeño?¿Que hay de tus padres o familia?

Al instante quiso morderse la lengua, pues notó el claro cambio de expresión que había surgido en la cara de Dan.

— Prefiero no hablar sobre eso ¿Bien?— susurro levemente.

Asintió sin decir nadamás, pues creía haber tocado una fibra sensible.

Y eso lo hacía sentir tan culpable.

¿Que hay de tí?— pregunto repentinamente el castaño.— Quiero decir, tampoco se mucho sobre ti.

Parpadeó rápidamente ante tales palabras. ¿Le estaba pidiendo presentarse?

— ¿Que se supone que te diga?

— No lo sé, cosas que hacías en tu día a día, que es lo que te gusta y cosas como esas.— dijo mirándolo con una sonrisa divertida.— Necesito saber que es lo que le gusta al niño fresa que tengo por alumno.

Sonrío sin poder evitarlo, rodando los ojos en un fingido fastidio.

— ¿Niño fresa?— pregunto con aquella sonrisa tonta que en los últimos días se empezaba a apreciar más.

— Es así como se le llaman a los niños mimados y poco respetuosos con la gente pobre ¿No es así?— respondió con burla.

Justo su descripción perfecta.

Usualmente no le hubiera importado, sin embargo, escuchar aquel comentario salir de la boca de Dan le había revuelto el estómago.

¿Eran náuseas? ¿Mareos? ¿Acaso culpa?

— No me queda para nada ese estereotipo.— intento negar, pero al ver la ceja alzada de Dan chasqueo la lengua en una forma de 'aceptación'— Bueno, tal vez si lo haga, pero solamente en la parte de burlarme de los pobres.

— Entonces, ¿me dices que no estás mimado por tus padres?

— No... Del todo.— confesó.— Solo de parte de mi madre, mi padre es más rudo y quiere que aprenda sobre 'el valor de la vida'

— Vaya.— exclamó con sorpresa.— ¿Pues que hacías para que tú padre tomara aquella decisión?

— Nada malo.

— Claro, así como yo soy rico y vivo lleno de lujos— habló con sarcasmo.— Ya enserio, ¿que era lo que hacías? Mínimo dame tres palabras que lo describan perfectamente.

— ¿Tres palabras?— tras una larga pausa para reflexionar, finalmente tenía con que representar su vida en los angeles.— Fiesta, alcohol y destrucción, son las tres palabras perfectas para describir mi situación anterior.

Contrario a lo que esperaba, Dan no pareció sorprenderse por aquella revelación.

— Así que por eso te mandaron al rancho, todo con el fin de despejar la mente ¿Bastante cliché, no crees?

Soltó una leve risa al comentario de Dan, pues no sabía la razón por la que este le había dado gracia. ¿Es que acaso se estaba volviendo loco?

— Sí, mi padre es fan de los clichés.

Rieron por lo bajo para devolver la vista al cielo, el cual ya se encontraba lleno de estrellas.

Miró con fanatismo al espectáculo frente suyo, pues en los Ángeles nunca había apreciado nada como tal.

— Es mucho más lindo ver la luz de las estrellas que la de los edificios, ¿cierto?

— Sí, lo es— respondió con la vista aún perdida.

Un silencio los rodeó, pero no era ninguno incómodo o raro, sino mas bien era uno reconfortante y llenó de comodidad.

Estuvieron varios minutos apreciando todo en silencio, hasta que un comentario de Dan lo trajo a la realidad.

— Jaekyung ¿Cómo vas con tu reflexión?

¿A qué venía esa pregunta?

Sin saber que responder decidió quedarse callado, pues preferiría reflexionar antes de decir alguna estupidez.

Había aprendido tanto sobre ganado y cosas del rancho, pero nada importante para su crecimiento personal. ¿Que era valioso para esa reflexión?

Una suave risa hizo que mirara enfadado a Dan, quien volvía a dirigir su vista a las estrellas.

— Tu padre te mataría si se enterara que no llevas nada.

En eso no fallaba.

— Si no puedes responder eso, entonces dime ¿Te gustaría volver a tu vida anterior?

Eso...... No lo sabía.

Consternado se sumergió más en sus pensamientos, buscando una respuesta en la incógnita que se creaba dentro de sí.

Desde que llegó y una parte presente de sí le decía que debería irse de ese lugar tan pronto tuviera la oportunidad. Sin embargo, a la vez una nueva mitad empezaba a crearse, la cual pedía que disfrutará más su entorno.

Llevaba más de una semana allí, y aún si odiaba la idea de seguir ensuciandose las manos, muy pero muy en el fondo se sentía especial.

Se sentía útil por primera vez.

¿Pero de que le serviría sentirse útil?

¿Lo haría ver todo de una manera diferente?

Seguía y seguía pensando, siendo cada vez menos incapaz de responder.

¿Estaba bien querer irse y a la vez quedarse? ¿Que debería de responder?

Observó nuevamente a su contrario, quien no despega ni por un segundo la vista del cielo. Aquellos orbes avellanas se iluminaban de una manera especial, haciéndolos más atractivos de lo que ya eran.

— Veo que sigues indeciso.

De un momento a otro se levantó, extendiendo su mano mientras lo miraba de una manera fija.

— No se que tan bien te lo estás pasando, pero espero que este lugar te ayude a conseguir tu meta.— habló con sinceridad.— Verás que solo es cuestión para que te acostumbres.

Sonrío sin poder evitarlo, tomando la suave mano para poder levantarse.

Aún no sabía la respuesta, pero podría averiguarla.

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Episodio cortito

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Bajo el cielo de Texas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora