Una noche.
Solo llevaba una maldita noche y ya había enumerado un millón de cosas negativas.
Pero ninguna se comparaba con la que estaba lidiando ahora mismo.
Salió de su habitación con mucho cansancio, caminando por los pasillos oscuros de la casa. Miró a su alrededor buscando la presencia de alguien, cosa que no surgió pues todo se encontraba en soledad.
¿Y como no iba a estar vacío? ¡Si eran las putas seis de la mañana!
Camino aún más irritado mientras salía de la casa, buscando de dónde provenía el irritante sonido. Al rodear toda la vivienda llegó con su objetivo, al cual miró con odio.
Era un gallo.
Un maldito y estúpido gallo que no dejaba de hacer aquel irritante sonido.
— Cállate animal.— exclamó mientras lo seguía observando.
Y como si el gallo quisiera llevarle la contraria, este empezó a hacer su característico sonido el doble de fuerte, perforandole los oídos.
— ¡Qué te calles!— volvió a decir mientras simulaba una patada.
Claramente no se había atrevido a pegarle, no obstante, para el animal fue como si lo hubiera hecho, pues tras un fuerte sonido había empezado a picotear su pierna.
— ¡Suéltame!— grito.
Para sorpresa suya, técnicamente como por arte de magia, aquel demonio de granja lo había dejado en paz, corriendo detrás suyo.
— Vaya, primer día y te peleas con un gallo.— dijo una voz detrás suyo.— Una experiencia memorable para contar ¿No es cierto?
Notando la clara burla en la voz contraria decidió hacerle frente, por lo que decidido se dió la vuelta para encararlo.
Estatura más baja que la suya, ojos grandes y avellanas, cabello revuelto y de un tono castaño claro, cuerpo delgado, ropa holgada y un poco sucia, piel de porcelana y sonrisa bonita.
Sin contar su ropa, aquel chico le era bastante atractivo.
Pero eso no significaba que le permitiría burlarse.
— No es mi culpa que tu gallo cante a estas horas.
Creía que aquel comentario había sido una gran defensa, pero al escuchar la risa de su contrario se sintió extrañamente avergonzado.
Mínimo tenía una risa bonita.
— Todos los gallos cantan al amanecer, si deseas que guarde silencio necesitas darle de comer.
Se quedó en silencio.
¿Por qué debería de saberlo?
Su vida no trataba de cuidar a animales como esos.
— Eres el nuevo ¿Verdad?
— Vaya, no lo sabía, si no me lo decías hubiera pensado que ya llevaba varios años trabajando aquí.— habló con sarcasmo, pues era más que obvio que era el nuevo.
— Que actitud.— susurro el castaño mientras se acercaba.— Un gusto, mi nombre es Kim Dan.
Observó como le extendía la mano, clara señal para que se saludarán con ellas.
— No creas que aceptaré tu saludo de manos.— indicó.— Es repugnante.
— ¿Repugnante?— repitió incrédulo.
— Ví como tocabas a ese sucio animal con las manos, además de que las tienes llenas de tierra.
— Bien, me disculpo por eso.— dijo mientras se limpiaba en la ropa.— ¿Ahora está mejor?
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Bajo el cielo de Texas
FanficFiestas, alcohol, desastre. Tres palabras que creaban la perfecta descripción del porque había acabado en un lugar como ese. Tras una buena vida de despreocupación dónde no le importaba nada más que a sí mismo, su padre, el dueño de una de las mej...