El tiempo siguió avanzando desde aquella conversación con su padre, dando fin a otra semana en aquel lugar.
¡Ya no le quedaba tanto tiempo!
Y no sabía como sentirse al respecto, pues las preguntas no se detenían dentro de su cabeza, todo lo contrario, aquellas solo se intensificaban con el paso de los días.
—¡Buenas!— saludó Dan con el mismo entusiasmo de siempre.
Notó como venía corriendo desde lejos, encontrándose un poco sudoroso y con la respiración agitada.
Esa imagen era tan tentadora de una manera inconsciente...
Sacudió la cabeza y se recriminó por aquel pensamiento, pues no era correcto pensar dichosas cosas.
—Buenos dias— dijo tras unos segundos de silencio.
—¿Listo para el trabajo de hoy?
Negó con desanimo, viendo como la camioneta se encontraba llena de costales y mazorcas.
No otra vez eso.
—Pues que lastima, no tienes permitido quedarte.
—¿Quién ordenó eso?
—Lo hice yo— contestó—. Es que todo es más divertido y fácil si estás a mi lado.
Una sonrisa tonta apareció en sus labios mientras observaba como se acercaba a entregarle un costal de maíz, poniendo su completa atención en la fragancia que el chico soltaba cada vez que caminaba. Era sorprendentemente embriagadora aún si se encontraba contaminada de sudor.
—¿Iremos al mismo rancho de la vez pasada?
—Sí, así que intenta ser un poco más amable— pidió—. ¿Y podrías poner esto en la camioneta?
—Claro— respondió para después hacer aquella orden.
Tras eso ambos se subieron a la camioneta, empezando el camino hasta aquel lugar. Hablaron y bromearon por varios minutos, pero la conversación se vio rota al notar decoraciones bastante llamativas en las calles.
—¿Por qué todo se ve más colorido?— preguntó mientras seguía observando.
—Hoy en la noche habrá un baile.
—¿Baile?— repitió—. ¿Para que un baile?
—Usualmente se hace porque la gente está aburrida— contestó con una sonrisa.
—¿A ti te gustaría ir?— cuestionó al instante, sin reflexionar sobre lo que había dicho.
—Ah, sí, me gustaría— respondió—. Pero no me gusta ir sin un acompañante.
Se quedaron en silencio tras eso, pues no supo que contestarle.
¿Era una indirecta? ¿Estaba mal interpretando el comentario? ¿Quería Dan que él fuera su acompañante? ¿Él quería a Dan como su acompañante?
Muchas preguntas se acumularon en su mente, dejándolo en silencio durante el resto de camino.
Al llegar ambos se dispusieron a hacer los encargos, recorriendo aquel mercado en busca de los puestos.
—Si seguimos así nunca acabaremos— dijo repentinamente Dan—. Hay que dividirnos.
Rápidamente hizo una lista sobre las personas que él atendería y, tras entregarle el papel, se fue.
Siguiendo los nombres de puestos y personas, dió con el paradero del primer lugar, sacándole un gran suspiro ante eso.
Era la estimada señora Williams.

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Bajo el cielo de Texas
FanfictionFiestas, alcohol, desastre. Tres palabras que creaban la perfecta descripción del porque había acabado en un lugar como ese. Tras una buena vida de despreocupación dónde no le importaba nada más que a sí mismo, su padre, el dueño de una de las mej...