—Lo siento mucho —dice Hellen, mientras se seca las lágrimas—. Me arrepentimiento por lo sucedido ayer, reconozco que mi comportamiento fue inaceptable.
La tensión en la habitación es palpable; Hanna y yo intercambiamos miradas de incredulidad mientras Hillary se acerca a su madre para consolarla. La ansiedad me consume, ya que el comportamiento errático de Hellen de ayer contrasta con su aparente normalidad hoy. Además, los mensajes del desconocido siguen atormentando, y aunque intentó sonreír, no he podido contactar a Benjamin. La mirada de Frederick me inquieta, ya que ha estado observando a Hanna desde nuestra llegada, pero ahora su atención se centra en mí con desconfianza, lo que me hace tragar saliva y desviar la vista.
—Tranquila, buscaremos ayuda —informa Hanna llamando mi atención—. Conozco un gran psicólogo en Boston...
Frederick no pierde la oportunidad de interrumpirla. —No eres la más indicada para hablar de buscar ayuda.
—¿Disculpa?
—Hanna, acaso no recuerdas que diste en adopción a tu bastarda.
Su comentario sobre la adopción de su hija no reconocida deja a todos en shock, y mi sorpresa es evidente.
—¿De que están hablando? —cuestiono.
—La joven presente, rica e impecable, no solo se destacaba por su inteligencia —indicó Frederick—, sino también por ser una mujerzuela.
La rabia se apoderó de mí, sin importar cómo fuera Hanna, él no tenía la autoridad para referirse a su historia personal, y mucho menos a asuntos tan sensibles. Estaba a punto de intervenir en la situación, pero de repente, Hanna se acercó y le dio una bofetada, lo que dejó a todas boquiabiertas.
—¿Quién te crees para juzgarme? —cuestionó—. Los niños merecen padres que los amen, y esa bebé no tenía un padre; yo no tenía nada.
—Eso fue demasiado, Frederick —comentó Hellen—. Ella tomó la decisión correcta.
—Ja, ja, ja —rio—. Todo lo que hago es por amor a ustedes, y sé muy bien que Hanna no es la mejor para darte estos consejos.
—¿Y quién lo es? —cuestionó—. ¿Tú?
—No te metas, Delaney —gruñó—. Ni siquiera sé qué haces aquí; deberías estar terminando la maldita biografía, porque para eso te están pagando, no para chismosear.
—Lo siento...
La sensación de dolor me invadió, y con la cabeza gacha, comencé a dirigirme hacia las escaleras. Sin embargo, de repente, una mano se cerró firmemente alrededor de mi muñeca, obligándome a detenerme en seco. Las lágrimas amenazaban con brotar de mis ojos mientras observaba a Hillary acercarse, su mirada fija en mí. Con un gesto decidido, apuntó hacia Frederick, quien mostraba una mandíbula tensa y una vena prominente en su cuello, evidenciando su creciente frustración.
Era evidente que Hillary estaba furiosa con su mayordomo por haberme hecho daño, y las demás chicas observaban la escena con atención, como si fueran testigos de un drama que se desarrollaba ante sus ojos. Frederick, por su parte, fruncía el ceño, incapaz de ocultar su incomodidad. En medio de esta tensión, mi mente se encontraba en un torbellino, incapaz de concentrarse en lo que sucedía a mi alrededor, ya que la presencia de Hillary se hacía cada vez más intensa.
De repente, Hillary giró su cabeza hacia mí y, en un acto inesperado, me besó con una fuerza que me dejó atónita. Fue un beso brusco y lleno de pasión, que pareció romper el aire tenso que nos rodeaba. En un instante, todo lo que había sucedido se desvaneció, y me encontré atrapada en la intensidad de ese momento, sintiendo cómo el mundo a nuestro alrededor se desdibujaba.

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H de ? :¿Quién mató a Brais?
Mystery / Thriller¿Escribir la biografia de un muerto? Delaney Rymer es una escritora que está luchando contra la propuesta que le cambiaría la vida, aunque su instinto le dice que no debe escribir la biografía de la biografía de un muerto. A pesar de sus reservas...