03 | Miedo a lo des(conocido)

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   Me despierto con la luz del sol filtrándose por la ventana, la cual se encontraba sin cortinas aun, filtrando toda la luz solar directamente a mi cama

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Me despierto con la luz del sol filtrándose por la ventana, la cual se encontraba sin cortinas aun, filtrando toda la luz solar directamente a mi cama.

Creo que esa será la primera compra que haré.

Parpadeo un par de veces, tratando de orientarme, y me doy cuenta de que me quedé dormida anoche sin siquiera darme cuenta. El cansancio me venció por completo.

Me muevo un poco en la cama y siento la incomodidad de la ropa que llevaba puesta. Es la misma de ayer, unos Jeans negros y un sueter azul, la que usé mientras desempacaba. Me había olvidado de lo incómoda que puede ser para dormir, y ahora cada pliegue parece recordármelo.

Me estiro perezosamente y, en ese momento, mi estómago gruñe, recordándome que no cené anoche. El hambre empieza a hacerse notar, y sé que lo primero que necesito hacer es comer algo. La sensación de vacío en el estómago me impulsa a levantarme de la cama, a pesar de que aún me siento algo somnolienta.

Me froto los ojos, estirando los brazos hacia el techo, y suelto un suspiro..

Me levanto de la cama y me dirijo a la cocina, todavía con la ropa incómoda de ayer. Al abrir la puerta del refrigerador, me encuentro con una vista desoladora: una sola manzana y dos huevos. Frunzo el ceño y me doy cuenta de lo poco preparada que estoy para vivir por mi cuenta aquí.

Hasta ahora, me he acostumbrado a comer en cafés o restaurantes, sin preocuparme demasiado por lo que hay en casa. Entre el estrés de la mudanza y la falta de tiempo, no he tenido la oportunidad de hacer una compra decente. Además, siendo honesta, cocinar nunca ha sido mi fuerte.

Miro la manzana y los huevos, tratando de pensar en alguna manera de combinarlos en algo que parezca una comida decente, pero rápidamente me doy cuenta de que mis opciones son bastante limitadas.

Miro el refrigerador una vez más, pensando en la posibilidad de ir al supermercado. Pero, sinceramente, estoy demasiado cansada, y el hambre es demasiado intensa como para esperar tanto. Necesito comer algo ya, aunque sea sencillo.

Resignada, tomo los dos huevos del refrigerador y me dirijo a la estufa. No es que me entusiasme mucho la idea de cocinar, pero en este momento no tengo muchas opciones. Rompo los huevos en un bol, los revuelvo un poco y los vierto en la sartén caliente. El sonido del chisporroteo me da algo de consuelo, sabiendo que pronto tendré algo en el estómago.

Mientras los huevos se cocinan, pienso en lo extraño que es sentirme tan desubicada en algo tan básico como cocinar. Me recuerdo a mí misma que esto es solo una solución temporal, algo para matar el hambre antes de salir y encontrar un buen café para desayunar como Dios manda.

En cuanto los huevos están listos, los sirvo en un plato y me siento a la mesa. No es una gran comida, pero es suficiente para calmar el hambre y darme un poco de energía para salir más tarde. Mientras como, me prometo a mí misma que esta es una señal de que tengo que aprender a ser más autosuficiente, al menos en la cocina.

ARABELLA. Phil FodenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora