05 | El arcoiris en la tormenta

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—¿Y que tal con eso de cocinar?- pregunta Erick frente a mi, sentado mientras desayunamos juntos

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—¿Y que tal con eso de cocinar?- pregunta Erick frente a mi, sentado mientras desayunamos juntos.

Han pasado dos días desde el casting en el club, y la espera por una respuesta me ha dejado en un estado de constante nerviosismo. El casting en sí fue un torbellino de emociones. Al llegar al Estadio, me encontré con un ambiente más imponente de lo que esperaba. La sala de espera estaba llena de modelos, todas con la misma mezcla de nervios y determinación en los rostros. El aire estaba cargado de la expectativa que, a pesar de todo, traté de canalizar en una actitud profesional y confiada.

Cuando finalmente me llamaron, me dirigí al área de la audición, tratando de controlar el temblor en mis manos. El panel de jueces, serio y atento, observó cada uno de mis movimientos con una mirada evaluadora. Aunque Bethany me había asegurado que el puesto era casi mío, la incertidumbre de no saberlo con certeza me mantenía en vilo.

En los días siguientes, me refugié en el café, donde me he vuelto casi una presencia diaria. Erick se convirtió en una especie de confidente inesperado. Al principio, nuestras conversaciones eran superficiales, pero pronto comenzaron a profundizarse. Le conté sobre mi situación, cómo había decidido mudarme a Inglaterra, las dificultades que había enfrentado, y por supuesto, el complicado casting y todo lo que me llevó a eso.

Erick, siempre estaba dispuesto a escuchar y ofrecer una palabra de aliento, se convirtió en un apoyo invaluable. Durante nuestras charlas, me ayudó a procesar mis pensamientos y a lidiar con la ansiedad que sentía. El tiempo en el café, compartiendo chistes malos y consejos, se convirtió en una especie de terapia para mí.

No le he contado a Bethany ni a María Gabriela sobre los detalles más íntimos de lo que estoy pasando con mi familia, principalmente porque aún no he tenido la oportunidad de verlas. Pero hablar con Erick me ha dado un sentido de normalidad y ha aliviado parte del peso que llevaba.

Ahora, sentado con Erick en el café, me siento un poco más relajada. Mientras tomamos nuestros cafés y charlamos, la espera por la respuesta del club sigue presente, pero al menos en este momento, me siento menos sola y más acompañada en mi incertidumbre.

—Mejor no hablemos de eso...-Respondo, recordando como hace unas horas casi quemaba la cocina haciendo unas tostadas.

—¿Tan mal?- El rie, y toma otro sorbo de su café. —Podría ayudarte si lo necesitas.

—Creo que por ahora me verás más seguido en el café, al menos si quedo en el puesto no quiero tomarme el tiempo de quemar mi cocina cada mañana...

—Sobre eso...No es algo... ¿Raro?- el pregunta con un ligero tono penoso —Me refiero a que en ese club está alguien con quien quizás no quieras estar...

Veo como intenta decirlo de la forma más indirecta, lo cual causa una pequeña risa.

—De hecho, también creo que va a ser raro, pero será mientras, apenas logre estabilizarme buscaré algo más permanente.

ARABELLA. Phil FodenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora