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El padre del joven le ofreció dinero fácil, a aquel chico que caminaba despreocupado, y como si de una mala broma del destino se tratara, Felix creyó que moriría al ver que se trataba de aquel chico del prostíbulo. 

—Padre, no hay problema, yo puedo manejar. —De inmediato busco evitar el contacto. 

—Ni hablar, el chico aceptó. 

—De verdad que no me molesta manejar todo el día. —Creyó que su vida acabaría si su padre sabía lo que intentó hacer con aquel extraño.

—Felix, no insistas. —Su padre le dio las llaves y subió al coche. Los ojos del pecoso se fijaron en el pelinegro que rodeaba el carro y subía al asiento del conductor.
De inmediato, Felix se posicionó en una esquina para que no pudiera divisar su rostro y tomó el periódico, así cubriendo su cara. 

Su corazón estaba tan agitado que pensé que se saldría. 

“Quiero vomitar. ¿Qué pasará si me recuerda? No, tengo que ser positivo, él probablemente ni me recuerde… A quien engaño, seguro, recuerda al el hombre que pidió su servicio a pesar de ser del mismo sexo".

El joven creía que tal vez se trataba de un castigo divino por aquellos pensamientos pecaminosos. Una señal, tal vez, de que no debía desviarse del camino. Se lamentó y se preguntó el: ¿por qué, entre tanta gente, tenía que coincidir con él? 

—¿Cuál es tu nombre?

—Me llamo, Hwang —El joven solo dio su apellido como su identificación.

El señor Lee, le dio las indicaciones y una hoja con el itinerario de los lugares a los que debía llevarlos.

La primera parada fue en una empresa de marketing. Esta no estaba muy lejos, pero esos quince minutos de viaje fueron eternos para Felix.

No dejaba de tener miedo a que él lo viera y lo reconociera. 

—Hemos llegado. —El pelinegro se bajó para abrir la puerta del lado del padre de Felix. Y esto lo aprovechó el más joven para bajar del otro lado y entrar corriendo a la empresa. 
Caminó lo más rápido posible y subió al elevador, para alejarse lo más que pudiera de ese chico. Como si aquel joven de cabello negro representara su pecado.

Agitado, entró sin saludar a ningún presente. Haciendo muy evidente de que algo lo tenía nervioso, pero los empleados no dijeron nada.
Caminó inquieto hasta donde estaba la sala que anteriormente ya había visitado, donde llevaban las juntas.

“Tranquilízate, Felix, tienes que mantener la compostura, pero siento como si hubiera cometido un crimen y me estuvieran por descubrir.”

—Felix ¿por qué saliste corriendo? —La voz de su padre me sacó de mis pensamientos. 

—Necesitaba ir urgentemente al baño—. Trató de no hacer contacto visual, así que tomó la carpeta que estaba frente a él y fingió leer. 

—Ya que están todos aquí, inicia la junta.

Tan pronto el hombre empezó a hablar, Felix se disoció y recordó con exactitud cada momento de aquella noche en el prostíbulo. Recordaba detalladamente cada instante y besos, haciéndole imposible concentrarse en su trabajo.

La alarma comenzó a sonar y un adormilado Jisung la apagaba mientras se quejaba, pues aún tenía sueño. 

—Buenos días —Minho le dio una dulce sonrisa —. No vayamos a trabajar y quedémonos aquí. — aprisionó al castaño en sus brazos y lo llevó a su pecho. 

—Eso sería un plan perfecto, pero sabes que no podemos. 

Minho hizo un puchero y acariciaba su brazo con las yemas de sus dedos —y si hacemos cositas. 

Enamorado de un prostituto (Hyunlix)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora