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—¡Bien! —Un Felix molesto se levantó de la mesa, dejando a su padre irritado y a su madre desconcertada por el comportamiento inusual de su hijo.

El rubio azotó la puerta de su habitación tirándose en su cama. Siendo rápidamente abrumado por sus emociones.

—¿Felix? —La voz tenue de su madre se escuchó al otro lado de la puerta —Hijo —entró para acercarse a él.

Felix le daba la espalda y su madre se sentaba en el otro extremo de la cama y con cuidado posó su mano en el hombro.

Felix maquinaba imágenes por segundo, imágenes de él siendo infeliz en un matrimonio que jamás podría florecer.

—Mamá, ¿Papá y tú se amaban cuando se casaron? —Un silencio profundo hubo ante su pregunta.

—No, hijo —su respuesta hizo que se encogiera aún más. ¿Pues qué le esperaba a él? —Creo que tu padre estaba enamorado de otra mujer cuando nuestros padres nos obligaron a casarnos.

Aquello sobresaltó al más joven y, desconcertándolo, volteó a ver a su madre. —¿Su matrimonio es una falsedad?

—No lo es —ella acarició su cabello —. Los primeros dos años sí fueron algo difíciles, porque sinceramente no estábamos interesados del uno del otro.

—¿Y qué pasó? ¿Qué les hizo cambiar?

—Naciste tú, Felix —ella sonrió cálidamente —. Cuando llegaste a nuestras vidas, llenaste ese espacio que faltaba y nos uniste a tu padre y a mí. Desde que naciste, comenzamos a pasar más tiempo juntos y por fin fuimos un verdadero matrimonio —ella quitó unos cuantos cabellos de su frente.

Felix se preguntó así mismo que si él se casaba y formará una familia, sería la cura que necesitaba para lo que creía que era una enfermedad.

—Sé que puede ser aterrador, casarse con alguien que no conoces o no sientes nada por esa persona. Eso me pasó a un principio con tu padre, pero las cosas cambiaron con el tiempo.

Y luego se preguntó: ¿Y si eso no funcionaba? Y condenaba la vida de otras personas a su infelicidad —No creo que eso llegue a pasar conmigo.

—¿Hijo, por qué te pones así últimamente? ¿Qué es lo que pasa? ¿Hay alguien que te gusta? —Su corazón comenzó a latir fuerte y sus manos a sudar frío.

—No, madre, no hay nadie.

Su madre suspiró, pero de una manera que ella sabía que mentía. —Si hay alguien, deberías decirnos, hijo —Su sangre se sentía tan caliente, ¿y si fuera sincero con ella? ¿Lo entendería?

—¿o esa persona no te correspondió y tu corazón está roto en estos momentos y es así porque te pones de esta manera? —su madre seguía acariciando su cabello buscando la raíz de aquello que su hijo no quería hablar —Tú no te comportas así Felix, si es esa la razón, puedes decírmelo, yo hablare con tu padre para que deje de presionar, al menos hasta que tu corazón haya sanado.

Felix quería decirlo, quería vomitar aquello que llevaba dentro. Que desde hace tiempo creía que algo se averió en él, que intentaba no ir a ese lugar oscuro en su mente, pero su cuerpo seguía pidiéndole que se dejaba llevar. Quería pedirle ayuda para cómo detenerse antes de que fuera tarde, pero no tenía el valor para decirlo. ¿Qué tal si su madre lo odiaba, si le confesaba que sentía cosas que no debería sentir por los hombres?

—Cuando estés listo para hablar, yo te escucharé —su madre le dio un beso en la frente antes de salir.

Las lágrimas empezaron a abandonar sus ojos, tan pronto se quedó solo. Se sentía un terrible hijo.

Enamorado de un prostituto (Hyunlix)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora