Capitulo 13

213 21 5
                                    


Me vuelvo y, para mi sorpresa, veo a Diego, un amigo de la infancia y mi crush de niña. Su presencia inesperada me sorprende y me desconcierta.

—¡Diego! —exclamo, con una mezcla de asombro y alegría.

—¡Qué sorpresa verte aquí! —dice Diego, con una sonrisa amigable—. ¿Cómo has estado, Nico?

—Solo... necesitaba pensar un poco —respondo, tratando de recuperar la compostura. Mi mente sigue ocupada con Mateo y sus heridas, pero Diego me ofrece un respiro de esa tensión.

—Parece que estás pasando por un momento complicado. Si necesitas hablar, estoy aquí para escucharte —dice Diego, ofreciéndome su apoyo.

Acepto su oferta con gratitud, sintiéndome aliviada de tener alguien con quien hablar. Diego y yo nos sentamos en un banco cercano mientras hablo con él sobre lo que estoy sintiendo. Diego me escucha atentamente, y su presencia me resulta reconfortante. Luego, me abraza con un abrazo cálido y tranquilizador.

Cierro los ojos, respirando el aroma familiar de Diego, que me recuerda los días más sencillos de mi vida. El abrazo es un refugio momentáneo de la tormenta emocional que estoy viviendo. Cuando abro los ojos, veo que Mateo está observándonos desde una distancia, con una mezcla de enojo, confusión y dolor en su rostro. La mirada de Mateo me hiere y me hace cuestionar aún más lo que está sucediendo entre nosotros. Pero, por ahora, el abrazo de Diego me da el consuelo que necesito para seguir adelante, un paso a la vez.

Mientras continúo sentada junto a Diego, el abrazo y su presencia me brindan un alivio temporal. Intento procesar lo que veo y siento, mientras Mateo sigue en la distancia, observándonos. Su mirada es un recordatorio doloroso de la situación en la que estoy, y me resulta difícil concentrarme en lo que Diego me dice.

Diego, notando mi distracción, me dice:

—¿Te gustaría hablar más sobre lo que está pasando? Estoy aquí para escucharte, y si necesitas un consejo, también puedo ofrecerte uno.

Agradezco su oferta y, con una mezcla de tristeza y frustración, comienzo a relatarle a Diego lo que ha estado ocurriendo. Le hablo de mis sentimientos hacia Mateo, de sus heridas, de cómo me ha dolido ver cómo se comporta como si nada hubiera pasado. Diego escucha con atención y, aunque sus palabras no pueden borrar el dolor, me ayudan a sentirme comprendida.

—A veces, las personas actúan de manera que no entendemos, especialmente cuando están lidiando con sus propios problemas —dice Diego—. Puede que Mateo esté tratando de lidiar con su dolor a su manera, pero eso no justifica su comportamiento hacia vos. Lo importante es que vos reconozcas lo que merecés y tomes decisiones basadas en lo que te haga bien.

Su consejo me hace reflexionar sobre mi situación y sobre cómo he permitido que Mateo me afecte tanto. Aunque todavía estoy confundida, me doy cuenta de que necesito centrarme en lo que es mejor para mí.

Cuando termino de hablar con Diego, decido salir del gimnasio y volver al bar donde están los chicos. Al llegar al bar, veo a todos reunidos, incluyendo a Mateo, que ya se había ido del gimnasio. Mateo me lanza una rápida mirada y, al notar mi presencia, evita el contacto visual directo. Su comportamiento distante y la forma en que se aleja del grupo en un rincón me hacen sentir aún más incómoda. La tensión en el aire es palpable, y aunque intento mantener la calma, no puedo evitar sentir que el espacio se ha vuelto aún más cargado.

Mientras me acerco al grupo, trato de mantener una actitud relajada, pero la tensión con Mateo es palpable. Los chicos están conversando y riendo, y trato de integrarme a la conversación. Sin embargo, cada vez que miro hacia Mateo, él parece evitarme, hablando con los demás sin hacer ningún intento de acercarse a mí.

Mamichula| Trueno | Nicki NicoleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora