12. Inseguridades.

8.9K 759 202
                                    

Lorena se recostó en su cama, mirando al techo mientras sonreía agradecida a Mei, quien se sentó a su lado.

—Gracias, Mei —murmuró con sinceridad—. No sé cómo podré devolverte este favor. Me sacaste de una situación tan incómoda con esa mentira rápida y convincente. Parecía que la habías estado preparando toda tu vida.

—No te preocupes, eso es lo que hacen las amigas —respondió Mei, esbozando una sonrisa cariñosa—. Recuerdo que fuiste la única que no se rio de mí por ser china ni me culpó por el COVID. Eres una verdadera amiga, Lorena.

Se inclinó un poco hacia adelante, una chispa de curiosidad brillando en sus ojos.

—Ahora, cuéntame… Tu rostro lo dice todo, has disfrutado como nunca. Quiero escuchar cada detalle.

—Me llamarías masoquista —respondió Lorena con una sonrisa pícara—, pero Adriana hace que quiera portarme mal solo para que me castigue.

—¿Castigar con sexo? —dijo Mei, levantando ambas cejas de forma traviesa—. Le encantas, eso me lo confesó ella. ¡Podrías ser su debilidad!

La risa entre ambas llenó la habitación, mientras Lorena comenzaba a relatar su historia, sus palabras entrelazándose con la complicidad de una amistad fuerte y sincera.

Lorena sonrió durante unos momentos más, pero su expresión se desvaneció con un suspiro profundo.

—¿Qué te pasó? —preguntó Mei, sorprendida por el cambio—. ¿No fue del todo satisfactorio? ¿Ese acosador sigue enviándote tonterías?

—No —aclaró Lorena—, es solo que… —suspiró nuevamente, buscando las palabras—, ¿crees que ella llegue a amarme?

—Ah, ¿quieres amor? —respondió Mei con un tono tierno—. La verdad, no lo sé, no la conozco lo suficiente.

—Aun así, me da miedo intentar amarla —confesó Lorena—. No parece que ese sea su propósito, y podría acabar rompiéndome el corazón.

—No creo —aseguró Mei—. Tu padre no lo toleraría, y yo tampoco.

—¿Y tú qué podrías hacer? —preguntó Lorena, esbozando una sonrisa.

—Me sorprende que me subestimes —respondió Mei, con un guiño—. Eres mi mejor amiga… haría lo que fuera por ti.

—Y no sabes cuánto te lo agradezco —dijo Lorena, con una sonrisa tenue, mientras su corazón anhelaba un amor verdadero.

Mei percibió un aire de desánimo en Lorena, como si llevara el peso del mundo en sus hombros. Se le ocurrió que quizás podría encontrar una manera de animarla.

—Ya se acabó este semestre y sabes que la universidad siempre organiza una fiesta —dijo Mei con esperanza, intentando romper el silencio que envolvía a su amiga.

—No voy a ir —interrumpió Lorena tajantemente, como si el mero pronunciar la palabra “fiesta” le causara malestar.

—¡Debes ir! —insistió Mei, con la voz llena de determinación—. Nadie sabe sobre ese vídeo, nadie tendrá motivo para molestarte. No te cierres a la posibilidad de divertirte, por favor. Podrías encontrarte con Adriana.

Lorena frunció el ceño, claramente escéptica.

—Ella nunca va a esos eventos…

Mei se detuvo un instante, reflexionando sobre la tormenta interna que atormentaba a su amiga. Se preguntó qué pensamientos oscuros podrían estar cruzando por su mente, cuáles serían sus verdaderas intenciones.

—¿Y si hago que tu adorada amiga venga? —sugirió Mei, con una chispa de ingenio en su mirada—. ¿Te animarías a ir también?

El rostro de Lorena mostró una ligera apertura, como si la idea de Adriana iluminara un rincón sombrío de su corazón.

Profesora Valencia (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora