22. Pasado Oscuro.

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Lorena no tenía idea de los planes que Adriana estaba tramando, pero estaba decidida a descubrirlo. A la mañana siguiente, con una profunda sensación de desilusión, se preparó para ir a la universidad.

—Cariño... —dijo Mercedes, al notar la sombra de enojo en su rostro—. ¿Estás segura de que quieres ir a la universidad hoy?

—Sí —respondió Lorena, mientras metía sus cosas en el bolso—. No voy a perder mis clases solo porque Mónica esté allí.

—Dile a esa chica que no tienes interés en hablar con ella —sugirió Mercedes con firmeza.

—Quizá sea Adriana quien se lo diga —contestó Lorena, mientras se acercaba a la puerta—. Quizá esta vez se lo tome en serio.

Lorena abrió la puerta, lista para salir, pero se detuvo un momento para despedirse de su madre.

—Nos vemos en un par de horas, mamá —dijo, iluminando el ambiente con una sonrisa antes de cerrar la puerta tras de sí.

Con pasos rápidos, comenzó a caminar, la mente atiborrada de pensamientos. Miraba hacia el frente, deseando fervientemente que en la universidad no se cruzara con Mónica. No quería enfrentarla. Sumida en su torbellino interior, el repentino pitido de un auto la tomó por sorpresa.

—¿A dónde vas? —preguntó Adriana, viéndola poner la mano en el pecho, aún asustada por el sobresalto.

—A la universidad —respondió Lorena, intentando recuperar la compostura.

—¿Olvidaste que yo te recojo y te llevo? —replicó Adriana con una sonrisa, que disimulaba su preocupación.

—Sí, lo siento —dijo Lorena, acercándose al auto y subiendo rápidamente—. Tengo la cabeza llena de pensamientos.

—No te preocupes por nada, déjamelo a mí —aseguró Adriana, con una sonrisa pícara que dejaba entrever que ya tenía un plan en mente.

—¿Qué estás tramando? —preguntó Lorena, frunciendo el ceño, llena de inquietud.

—¿Acaso insinuas que tengo intenciones deshonestas? —replicó Adriana, alzando una ceja con un toque de ironía.

—Me refiero a algo ilegal —dijo Lorena, entrecerrando los ojos con desconfianza.
—No es ilegal —respondió Adriana, frunciendo el ceño—. Pero, ¿por qué no me hablaste de esa chica? ¿Por qué no mencionaste el acoso?

—Porque creí que ya era hora de dejar atrás mi pasado —contestó Lorena, con la voz cargada de tristeza—. Nunca imaginé que todo esto hubiera surgido a causa de mi mejor amiga de infancia.

—En lo que respecta al acoso —insistió Adriana—, no consigo entenderlo del todo.

Lorena bajó la mirada, sintiendo que las palabras se atragantaban en su garganta. —Me pedía... me pedía fotos.

—¿Qué tipo de fotos? —preguntó Adriana, conteniendo la ira que comenzaba a burbujear dentro de ella, ya con la sospecha formada en su mente.

—¿Te acuerdas de las fotos que le envié por error? —dijo Lorena, pero no pudo terminar la frase.

Lorena hizo una pausa, sumida en sus pensamientos tras el golpe del volante que Adriana había dado con furia. La perspectiva de que Lorena enviara esas fotos a Mónica la llenaba de frustración y ansiedad.

—En ese instante, creí que era un hombre —comenzó a explicar Lorena, su voz temblando ligeramente—. Me dijo que si no enviaba las fotos, amenazaba con volver a hacer viral aquel vídeo.

Las palabras resonaban en el aire, cargadas de tensión, como si cada sílaba pudiera desatar una tormenta.

—Adriana, por favor, no te metas en problemas —suplicó Lorena, sintiendo el palpable desasosiego que emanaba de ella.

Profesora Valencia (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora