Tu y yo sabemos porque estamos aquí.
Bill esta enamorado de Stanford, solo que fingen ser socios, pero ¿como negar sus sentimientos?
Y Ford ¿como lo haria, también? Igual se encontrarian.
Por placer al amor de esta historia, les voy a seguir cumpliendo sus fantasias enfermas, mentira, no es enferma esta.
No importa cabrones. Les traigo UN ONESHOT SOFT DE ESTOS VIEJITOOS ♡ tsym por todo
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Narración en tercera persona
Era una tarde tranquila en la Cabaña del Misterio, una rareza en ese lugar. Stanford Pines estaba en su laboratorio, sumergido en alguna investigación compleja sobre la falta de anomalías interdimensionales. Bill Cipher, en su forma humana y sin poderes, deambulaba por la cabaña con su típico aire despreocupado, tarareando una melodía pegajosa. Parecía que sería un día sin incidentes, hasta que la puerta principal se abrió de golpe.
Soos y Melody entraron, llevando a su bebé en brazos, una pequeña criatura regordeta y con los ojos más grandes y adorables que se puedan imaginar. Ford levantó la vista de su trabajo con una mezcla de curiosidad y preocupación. ¿Qué hacía Soos allí a esas horas? eran las 6 de la mañana. Además, traía al bebé, lo que no presagiaba nada bueno.
—¡Mr. Pines! —exclamó Soos, caminando hacia Ford con una sonrisa nerviosa—. ¿Podrías hacerme un gran favor? Melody y yo necesitamos salir un rato. Es algo urgente, y no tenemos a nadie más que pueda cuidar del pequeño Soos Jr.
Ford parpadeó, sorprendido, mientras Bill se acercaba, claramente divertido por la situación.
—¿Cuidar de un bebé? —repitió Ford, tratando de ocultar el pánico en su voz—. No soy… bueno, no soy exactamente la persona adecuada para eso, Soos.
—Ni yo —añadió Bill, aunque su sonrisa no se desvanecía—. Los niños y yo no nos llevamos muy bien, por decirlo suavemente.
—¡No se preocupen! —intervino Melody, entregando al bebé a Ford antes de que él pudiera protestar—. Será solo por unas horas. Dipper, Mabel, y Pacifica están fuera porque Dipper quería enseñarle a Pacifica a cazar gnomos, y Stan… bueno, Stan decidió que era una buena oportunidad para practicar su “arte de la fuga” en un bar de la ciudad.
Ford intentó procesar la situación mientras Soos Jr., ahora en sus brazos, le miraba con una inocencia desconcertante. ¿Cómo es que había acabado en esta posición? Pero antes de que pudiera formular una respuesta coherente, Soos y Melody ya se habían despedido y salido por la puerta.
Hubo un silencio incómodo en la habitación, solo interrumpido por el suave balbuceo del bebé.
—Bueno… esto es… inesperado, —murmuró Ford, claramente incómodo, mientras Bill se reía suavemente.
—Vamos, Fordsy, ¿cómo es que un genio como tú tiene miedo de un bebé? —se burló Bill, aunque mantenía una distancia prudente del niño—. No puede ser tan difícil.
El pequeño bebe los miro a ambos, fascinado por Bill, por su extraño ojo azul que parecia brillar. Con torpeza, intento alcanzar su rostro, haciendo al rubio hacer una mueca.
