He visto al zopilote muy feliz

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He visto al zopilote con los ojos enrojecidos de hambre infinita, desgarrando la carne del destino, la carroña como un ritual sagrado,
sin remordimiento, sin piedad, solo un festín bajo el sol agonizante—mi cadáver, reflejo oscuro en sus plumas negras como el carbon.

Qué dichoso el zopilote, festín eterno de la muerte cíclica, desgarrando los restos de mi alma—huesos que crujen bajo el peso del tiempo, sin tregua, sin descanso, devorando la vida que le regalo, disfrazado de cadáver en un teatro, una alegría prestada.

Él devora a un hombre vacío, arranca mi carne con un hambre abismal,
yo devoro la mentira de mi ego herido, la farsa de las sonrisas que esperan los rostros que me rodean—la máscara de felicidad impuesta, el grito mudo que se ahoga en la noche, perdido entre los analgésicos.

Amigos que exigen una risa, una felicidad pintada, pero en mi corazón yace el silencio, la muerte ya ha tomado su asiento en la última fila, observando la función, mientras me arrastro como el zopilote, buscando entre la carroña un sentido, un poco de verdad.

Qué feliz se ve el zopilote, devorando la última esperanza, la muerte como una vieja amiga que abraza en su manto oscuro—yo, el actor en este drama de carne y hueso, disfrazado de alegría, mientras en mi pecho resuenan recuerdos de mil abrigos que no calientan, solo esconden.

En la sombra de mi ser, oculto y consumido, me encuentro en la locura o en el punto más lucido de mi vida, devorando lo que queda de mí, y como el cadáver, soy devorado por otros zopilotes, danzando en esta vulgar e  infinita existencia, pretendiendo ser feliz.

Reflexiones Poetico / Filosoficas ( Publicado En Amazon Kindle )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora