𝐗𝐈𝐈𝐈

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Capítulo 𝐗𝐈𝐈𝐈

Pilar se despertó con la luz del sol filtrándose por las cortinas de la habitación, golpeando directamente en sus ojos, lo que hizo que su cabeza palpitara con fuerza. Ella se llevó una mano a la frente, sintiendo cómo la resaca se apoderaba de su cuerpo, mientras trataba de recordar lo que había pasado la noche anterior. De repente, un torrente de imágenes invadió su mente, recordando cómo había descubierto sus senos frente a Allan y, en un arranque de osadía, lo besó con ganas; logrando que la vergüenza la envolviera al instante.

Ella Se levantó de la cama con cierta urgencia, se vistió con lo primero que encontró y salió de la habitación, con el corazón latiendo con fuerza y al llegar a la cocina, lo encontró preparando café. Allan la saludó con una sonrisa tranquila, como si nada hubiera sucedido la noche anterior.

—Buenos días, Pilar. ¿Cómo te sientes? ¿Dormiste bien? —preguntó él con voz suave.

Ella sintió el calor subir a sus mejillas y desvió la mirada, apenas pudiendo asentir mientras su vista se dirigía hacia la cafetera. El silencio entre ellos se hizo pesado, y Pilar se mordió el labio, intentando encontrar las palabras para disculparse por lo que había hecho.

—Dormí bien —sonrió con ligereza—. Allan, sobre lo de anoche… —empezó a decir ella, pero él la interrumpió con un gesto amable, colocando una mano en su barbilla, congelándola al instante.

—No te preocupes por eso —dijo, restándole importancia con un tono despreocupado—. Todos podemos hacer una que otra travesura.

Pilar abrió la boca para insistir, pero él le sonrió de nuevo, esta vez con un aire más serio, pero sin rastro de molestia. Allan parecía decidido a no darle más vueltas al asunto.

—Tengo que irme a la agencia —dijo, cambiando de tema con una naturalidad desconcertante. Él se acercó a ella y, antes de que Pilar pudiera reaccionar, él le dio un beso en la frente y agregó—: Nos vemos luego.

Allan salió de la cocina, dejándola sola con sus pensamientos, mientras Pilar se quedó inmóvil, observando como la puerta de la casa se cerraba tras su salida. La calidez del beso en la frente aún persistía, pero su mente no dejaba de dar vueltas a lo sucedido. Ella se preguntaba si él estaba realmente molesto o si simplemente estaba evadiendo la conversación.

Pilar llevó sus manos a su cabeza mientras la incertidumbre la carcomía, sin poder evitar preocuparse por lo que él pudiera estar pensando de ella.

El día transcurría lentamente para Pilar mientras intentaba concentrarse en sus tareas cotidianas, pero la vaga conversación que había sostenido con Allan esa mañana, sumada a lo ocurrido la noche anterior, no dejaba de rondar su mente

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El día transcurría lentamente para Pilar mientras intentaba concentrarse en sus tareas cotidianas, pero la vaga conversación que había sostenido con Allan esa mañana, sumada a lo ocurrido la noche anterior, no dejaba de rondar su mente. Las palabras que no pudo decir, las disculpas que no logró expresar, todo se enredaba en su cabeza, alimentando su ansiedad.

De repente, su teléfono comenzó a vibrar sobre la mesa, y ella corrió hacia él pensando que era Allan quien llamaba. Al mirar la pantalla, un número desconocido apareció, y ella dudó un momento antes de contestar, pero, aun así, la curiosidad le ganó.

𝘔𝘈𝘚𝘊𝘈𝘙𝘈𝘚 & 𝘙𝘖𝘚𝘈𝘚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora