Mi papá siempre ha dicho "Albañiles y pleitos, dejan al hombre sin dinero". No es un refrán o dicho que rime mucho, o algo que yo entienda con claridad.
Lo que sí entiendo, pero me niego a aceptarlo y admitirlo en voz alta, es que me gusta un albañil...
Mi papá recibió un dinero extra con la muerte de mi abuelo, por ser el primer hijo obtuvo una gran herencia, lo que nos dio la oportunidad de agrandar nuestra casa y con ello construir mi propia habitación. Tener mi propio espacio es la única razón por la cual estoy soportando los molestos ruidos en la mañana que me despiertan y ser la esclava de mi mamá al llevarle agua y comida a los albañiles.
Y me pregunto: ¿si ellos están trabajando para nosotros porque tengo que cargar una bandeja con vasos de vidrio y subir escalones todos los días? Mi papá ya les paga una fortuna por pegar blocks con esa cosa gris y encima nosotras les damos comida.
Pero esta semana...
Las cosas se han complicado en la construcción de mi casa y las manos no parecen suficientes, así que mi papá pidió más manos de trabajo para que ayudaran a pasar blocks, cubetas de cemento, tablas de madera y así poder levantar más y más paredes.
Entre los nuevos trabajadores hay un muchacho casi de mi edad, realmente apuesto y sexy. Casi como un actor de telenovela, de esos de los cuales todas las madres y abuelas están enamoradas. En la construcción usa camisetas pegadas a su cuerpo u holgadas, pero que dejan ver sus brazos bien trabajados y una gorra azul con la visera hacia atrás.
Desde que llegó a mi casa llamó mi atención, luce tan joven, guapo, inteligente y con una fuerza masculina extrañamente atractiva.
¡Pero es un completo odioso! Y eso hace que me sienta en conflicto sobre lo que siento por él.
La primera vez que estuvo aquí, me puse súper linda e incluso compré un retornable de Coca Cola para los albañiles y así ofrecerle un vaso al nuevo albañil, pero lo que obtuve fue:
Alzó una ceja mirándome de pies a cabeza. —No gracias, no me gusta la gaseosa.
Quedé como una completa tonta, inútil ante él. Me sentí humillada y ridícula, también molesta y fastidiada. ¿Pero quién se cree que es para ignorar mi amabilidad y caridad de esa manera?
Aún así seguía robando miradas a ese joven albañil, tanto que no puede evitarlo más y le pregunté directamente a don Chepe, que es el jefe de los albañiles, por el nombre de su trabajador más joven.
—Ah, el feroz... Se llama Megumi, Megumi Fuentes —me dio una sonrisa cómplice.
—¿Feroz? ¿Por qué le dicen así?
—Por que no es agradable con nadie. Conmigo lo es, pero solo cuando le pago.
Bueno, eso me hacía sentir menos estúpida.
(...)
Pero luego, hay cosas que hago por mi cuenta, que hacen ver lo estúpida que soy.
El domingo de la semana pasada me quedé sola en casa, mis papás fueron a misa con mi abuela y yo debía levantarme temprano, lavar mi uniforme del colegio y bañar al perro que rescatamos de la calle. Pero decidí ser una vagabunda y cuando me di cuenta ya casi era la hora en la que mis papás regresaban, ¡debía darme prisa!
Apurada y enojada conmigo misma me apresuré a meter mis uniformes en la lavadora y agarrar todo lo necesario para bañar a Solovino.
Debía amarrar al perro, tener una cubeta cerca del chorro del patio, su shampoo, y una toalla... Pero cuando jalé la toalla fuera del lazo, el estúpido lazo también jaló una viga de madera que por alguna tonta razón mi papá tenía en el patio.
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Cholo Kaisen | OS
Fanfiction¿Te imaginas a los personajes de Jujutsu Kaisen en escenarios que tú y yo vivimos? Correcto, de esos momentos estoy hablando. Ir al mercado a medio día, comer tamales, las tiendas de segunda mano, un viaje en camión, o comer un elote loco. » Jujutsu...