Yuji, Megumi - "Agárralo, agárralo"

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Los muchachos del bus, parte II

Me gusta comprar cosas. Todo tipo de cosas, comida, artículos para mi casa, ropa, baratijas, curiosidades y... Comida, otra vez.

Los jueves es día de mercado. La gente se amontona en los callejones, entre ventas, ofertas, empujones y los típicos "¡pásele mamita!", "¿qué busca mi reina? Vea sin compromiso".

Y es divertido. Al menos mi mamá y yo nos divertimos viendo y abriendo la boca en cada venta que nos encontramos. Es divertido porque es como si fuéramos la misma persona, nos emocionamos por las mismas cosas y lo que sea que se vea llamativo y curioso es una compra segura.

A veces pienso que mi mamá deja salir su lado más relajado y divertido en estos momentos conmigo. No tenemos a mi papá al lado, quien siempre hace muecas y refunfuños cuando mi mamá "desperdicia dinero".

Bueno, sí puedo admitir que mi mamá no piensa dos veces antes de comprar algo, no lo piensa mientras le guste a ella o a cualquiera de nosotros. Entiendo porqué la gente le dice que le hace estorbo el dinero.

Como sea, siempre terminamos día en el mercado con un pesado costal, repleto de compras.

Pero la diversión se termina cuando es hora de regresar a casa, porque desgraciadamente vivimos kilómetros de distancia entre el centro del pueblo y nuestro hogar.

Así que tenemos tres opciones: caminar y quemarnos los pies bajo el sol, pagar un taxi o... Subirnos a un bus.

—Yo no quiero caminar.

—Yo tampoco —coincide mi mamá.

—Vámonos en taxi entonces —me detengo en una banqueta con sombra para cubrirme del calor del sol.

Veo que mi mamá hace una mueca con sus labios, sacando sus "billetes de borracho" de su monedero. Le quedan pocas monedas y billetes, y el taxi cobra como si quisiera hacerse millonario con un viaje.

Así que...

—Tocó irse en bus.

Ahora soy yo quien hace una mueca. No me gusta irme en bus, ¡odio los buses! Son groseros, feos, conducen con los pies, ponen música con el volumen suficiente para hacer que las orejas me sangren y ¿por qué siempre el tipo que cobra usa los pantalones más flojos!

Aunque odio los buses, es mi única opción cuando salgo de estudiar. Recuerdo una vez que me subí a uno y los dos, conductor y ayudante, eran realmente guapos, coquetos y hasta graciosos.

Me dan hasta cosquillas de vergüenza recordar que intenté encontrarlos en Facebook.

¿Cómo era que se llamaban? Mem... Membu... ¿Memo? No, así no era. ¡Megumi! Uno de ellos se llamaba Megumi.

Y el otro chico era algo así como la yuca, pero sonaba más agradable... ¡Yuji!

Sí, Yuji y Megumi, los muchachos del bus que no me cobraron por bendición del cielo. Nunca los volví a ver. Me pregunto si tal vez chocaron el bus y lo perdieron... O tal vez los balasearon. Quién sabe.

Mientras esperamos el bus mi mamá me contó un chisme de la solterona tía Cuki. No sabía que había estado casada antes de que yo naciera, y mucho menos sabía que su ahora ex esposo la había abandonado.

Es curioso cómo no sé nada de mi familia, las personas que supuestamente deberían ser las más cercanas a mi son desconocidas.

Estaba tan concentrada en el chisme que cuando nos subimos y sentamos en el bus, no me di cuenta quienes estaban justo allí.

—¿Y cómo se llamaba el señor?

Mi mamá ignoró mi pregunta y me dio un billete. —Agarra. Se lo das al muchacho cuando pase cobrando.

Cholo Kaisen | OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora