11

28 6 11
                                    

Pasaron los siguientes días en la casa Yagami sin hacer nada importante. La conversación con Chizuru los había dejado mentalmente agotados y ninguno quería hacer nada que implicara esfuerzo. Kyo llevaba mucho tiempo levantándose temprano para encargarse de los entrenamientos en el dojo, así que quedarse en cama haciendo pereza le recordó a sus días de estudiante en los que, hacía todo lo posible por evadir sus responsabilidades.

Iori prefería quedarse en casa de todas formas y evitar contacto con otras personas, pues se había acostumbrado a su vida solitaria y por eso, se sintió aliviado de que Kyo tampoco hiciera planes ni quisiera hablar sobre la situación de los clanes. Era como si, amos se hubiesen puesto de acuerdo en disfrutar del presente y dejar de hablar de lo que les deparaba el futuro. Quizás en el fondo ambos intentaban huir de esa realidad y por eso simplemente se quedaron en la casa.

Kyo pasó tiempo en el garaje haciendo mantenimiento a la moto y Iori practicó en su bajo en el estudio que había instalado en una de las habitaciones que antes servía para recibir huéspedes. Se turnaban para cocinar y solo salían para ir al supermercado o a la tienda 7/11 que quedaba llegando a la estación de metro un par de calles más abajo.

Si Iori cocinaba, entonces Kyo se encargaba de lavar la cocina, si faltaba algo en la cocina, Kyo tomaba la iniciativa de ir a la tienda porqué sabía que Iori prefería quedarse en casa. Como Iori dejó de trasnochar por su trabajo, naturalmente su ciclo de sueño fue cambiando y se fue acostumbrando a acostarse a la misma hora con Kyo. Pronto cayeron en una rutina que surgió sin que tuviesen que ponerse de acuerdo sobre quien hacía que cosa. Simplemente iban haciendo lo que querían en el momento.

Y así pasó una semana de relativa tranquilidad.

Entonces el sábado siguiente, Kyo recibió una llamada de su madre. Como era de esperarse su madre no había olvidado la invitación y le llamó para preguntarle si ya estaba de regreso en Osaka. Kyo no pudo mantener la mentira por mucho tiempo y tuvo que aceptar finalmente la invitación a cenar para ese sábado a las 6 de la tarde. Le prometió a su madre que, se comunicaría con Iori y que llegaría a la casa Kusanagi a la hora estipulada.

Iori notó que aunque Kyo mostraba una actitud animada, realmente estaba ansioso con la cena. Iori también se sentía un poco nervioso, pero Kyo se veía más afectado. Podía notarlo en su rostro y en como se movía. Había visto a Kyo tranquilo durante esa semana y había notado todas las cosas que lo hacían feliz, como por ejemplo cuando se ponía a cantar escuchando su música favorita en el garaje mientras limpiaba la moto o como sus ojos brillaban emocionados cuando cocinaba su pescado favorito.

Kyo no era alguien difícil de complacer en ese sentido y parecía disfrutar de actividades mundanas, por eso fue fácil notar lo nervioso que estaba durante la conversación y como luego de terminar de hablar con su madre se rascó la cabeza una y otra vez como si tuviese un tic nervioso.

— La última vez que nos vimos con Kagura... ella dijo que podía acompañarnos también — Le dijo Kyo luego de contarle todos los detalles de la llamada. — Ella piensa que puede interceder por nosotros y ayudar a que se tomen la noticia de mejor manera.

Iori lo miró entrecerrando los ojos.

— ¿Piensas contarle la verdad a tu madre durante la cena? — Preguntó Iori y Kyo desvió la mirada hacía un lado sintiéndose nervioso.

— No se... quizás si se presenta la oportunidad... porqué creo que es mejor que mi madre sea la primera en saberlo.

— ¿Y por eso quieres que vaya Kagura? — Preguntó Iori y su rostro mostró un obvio desagrado por esa idea.

— Umm... creo que haría las cosas más fáciles ¿No confías en ella? —Respondió Kyo notando la expresión de Iori.

— No se trata de confianza.

The morning sun and the midnight MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora