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Kyo despertó con un leve dolor de cabeza y mucha sed. No había tomado una gran cantidad de alcohol en comparación con lo que Iori podía tolerar en una noche de trabajo, pero Kyo rara vez bebía. Como mucho bebía un vaso con Sake o dos con su padre en las fechas especiales o muy de vez en cuando un par de cervezas con Benimaru o Shingo. Tal y como había dicho Iori su tolerancia para el alcohol era terrible y por eso tenía algo de resaca.

A su lado, Iori estaba dormido boca arriba con una plácida expresión relajada. Para Kyo se había vuelto costumbre despertarse primero, pero esta vez como no tenían nada para hacer, solo se levantó para ir al baño, tomar un poco de agua y volvió a meterse en el futón.

Aprovechó que Iori seguía dormido, para tomarlo por la cintura y así quedar abrazado a él. Cuando Iori estaba despierto no podía tocarlo tanto como quisiera, porqué Iori era una persona independiente que necesitaba su espacio y Kyo había aprendido a las malas a no invadir ese espacio.

Kyo recostó su rostro contra el hombro del pelirrojo y suspiró recordando que en el calor del momento, le había dicho a Iori que lo quería. Y aunque era algo obvio, nunca se lo había dicho en palabras. Sintió las mejillas calientes al recordar el momento, realmente era vergonzoso, pero no se arrepentía. Lo único que le entristecía un poco era que Iori no le hubiese dicho nada y lo hubiese ignorado.

Suspiró cerrando los ojos, tratando de no pensar en ello, Iori era así. No podía esperar un gesto romántico de repente de parte de él.

Kyo lo conocía muy bien.

***

Iori abrió los ojos lentamente luego de largas horas de sueño ininterrumpido. Otra noche sin pesadillas, pensó observando los rayos del sol que se filtraban por entre las cortinas de la ventana, generando caprichosas formas en el futón. Para Iori tener pesadillas se había vuelto algo común y aunque siempre le dejaban un mal sabor en la boca al despertar, ya se había acostumbrado. A veces las pesadillas eran simples sensaciones de desasosiego y angustia, mientras que en otras ocasiones, eran elaboradas visiones en las que se veía transportado a un lugar oscuro lleno de serpientes siseantes.

Cuando era niño, tener esas pesadillas había resultado aterrador, aún más cuando no tuvo una madre que corriera a su cuarto a abrazarlo para calmarlo cuando despertaba gritando. Iori había aprendido a afrontar esos miedos por si solo a través de los años y quizás por eso, no le molestaba trasnochar en el bar tocando, pues entre más aletargara la hora de dormir, era mejor para él.

Sin embargo, desde que había empezado a dormir con Kyo, eso había cambiado. Había algo en la energía de Kyo que lo hacía dormir tranquilamente y mantenía las pesadillas a raya.

En un comienzo no le había gustado saber que Kyo tenía ese efecto en él, porqué era como si, el tuviese una debilidad y no quería depender del castaño para dormir bien. Por eso nunca le dijo que tenía pesadillas cuando dormía solo. No vivían juntos, así que, no importaba.

Pero entonces, Kyo comenzó a visitarlo todos los fines de semana y se había vuelto costumbre que fuera a la mansión Yagami y durmieran juntos, Iori comenzó a anhelar esas noches de sueño sin pesadillas porqué la diferencia de como se sentía al día siguiente era increíble. Cuando podía dormir plenamente, despertaba lleno de energía y con la mente despejada. Podía trabajar mejor en sus composiciones y hasta la comida le sabía mejor.

Sintió un sonido suave proviniendo de su espalda y luego unas manos lo estrecharon con fuerza. Iori se dio cuenta de que Kyo estaba aferrado a su cuerpo como un oso Koala a un árbol, su espalda pegada contra su pecho y con la pierna izquierda de Kyo encima de su cadera. El calor que emanaba del cuerpo de Kyo era agradable y lo hizo sentir soñoliento de nuevo a pesar de que ya había dormido lo suficiente.

The morning sun and the midnight MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora