The morning sun and the midnight Moon

05

El sendero se adentraba profundamente en un bosque y pronto no se podía escuchar otra cosa que no fuera el ronroneo del motor de la moto, Kyo no podía ir alta velocidad porqué el sendero estaba descuidado y lleno de ramas caídas y árboles y piedras. De repente el sendero comenzó a subir, bordeando la colina y se hizo más difícil mantener el equilibrio en la moto por lo empinado del camino. Iori se aferró a la cintura de Kyo con fuerza cuando creyó que caerían de medio lado. Todo en su cuerpo y mente le decía que era una pésima idea haberse metido por ese sendero que lucía obviamente salvaje. No habían rastros de que personas recorrieran ese sendero con regularidad pues había demasiadas piedras y ramas, lo cual le hacía sentir que no debían estar ahí.

— Tendremos que empujar. — Aceptó finalmente Kyo cuando vio imposible continuar manejando la moto por el estrecho pasaje.

Se detuvieron un momento y se bajaron, Kyo corroboró que las ramas no se hubiesen atrancado en la cadena de la moto y la apagó.

— O podríamos volver...

— No. Estoy seguro de que estamos en el camino correcto.

Kyo lo miró con expresión confiada y Iori sintió un pequeño dejavu. En el pasado, se había encontrado en situaciones similares en las que tenía que confiar ciegamente en el castaño. La primera vez había sido cuando habían enfrentado a Orochi en el KOF97, en ese momento, había estado dispuesto a morir y la mirada que le había dedicado Kyo, le hizo sentir que todo iba a estar bien, si confiaba en él.

Lentamente Iori había aprendido a confiar en Kyo no solo en combate, sino en otras áreas de su vida. Aún así era difícil para él ceder control a otra persona. Y no era específicamente porqué se tratara de Kyo, sino porqué durante toda su vida, había tenido fuerzas externas ejerciendo control sobre su él. Su padre, el clan Yagami, y por supuesto Orochi en su sangre, eran ataduras que le impedían tener libre albedrío. Así que había desarrollado una personalidad controladora como resultado.

Iori quería tener control sobre su vida y eso lo había llevado a volverse compulsivo y obsesivo con tener control sobre todo lo que le rodeaba.

Entre más pensaba en ello, más se daba cuenta de que esa era la razón por la cual odiaba el caos de los aeropuertos o de otros sitios concurridos. No podía controlar lo que hacían las personas a su alrededor, no podía hacer las cosas como él quería, en el orden que él prefería y eso lo enervaba.

Se quitaron los cascos y los colgaron del manubrio de la moto. Kyo comenzó a empujar la moto colina arriba y Iori lo siguió caminando a su lado, aún sumido en sus pensamientos.

Estar con Kyo traía un caos que no podía controlar a su vida, porqué Kyo era una persona espontánea y desordenada. Kyo hacía lo que quería en el momento y sin una previa planeación. Era irónico que pudiese sentirse seguro y reconfortado con alguien así.

La manera en como ambos se complementaban parecía no tener sentido porqué sus personalidades eran muy diferentes. Y aún así, en contra de su propio sentido común, Iori se encontraba siguiendo a Kyo por un sendero descuidado, sin saber a donde llegarían.

El sendero se hizo más empinado y 10 minutos después llegaron a la cima. Kyo movió unas ramas que tenía en frente y salió a un claro.

Ambos hombres se quedaron quietos, anonadados por la vista que se había descubierto ante sus ojos.

En la cima de la colina, habían árboles de cerezo en flor y la luz del sol del medio día que caía perpendicular sobre ellos, estaba generando caprichosas sombras diminutas en el suelo tapizado de pétalos. Era como ver un mar rosado y acolchado. La brisa marina hacía volar los pétalos de vez en cuando y mecía las ramas con suavidad.