Y allí estaba ella.
Quieta en medio de un largo corredor, de paredes mohosas y pintura descascarada. Viejos y tétricos cuadros adornaban aquellos frágiles muros de ladrillos huecos. Allí corría una fría brisa que hacía que hasta el más valiente de todos se pusiera a temblar.
Allí se encontraba ella.
Sentía sus pies descalzos tocando el helado piso de madera; las tablas viejas rechinaban, como si se quejasen mientras que miles de astillas se clavaron en su piel, haciendo que finos hilos de sangre formasen un sendero a medida que avanzaba.
Pero, allí estaba ella.
Tras su paso parecía escuchar lamentos, lamentos impregnados en la sucia pintura beige, lamentos que lograban hacerte tiritar. Su sentido de la razón le gritaba que saliese corriendo y se perdiera en la noche, pero ella se mantuvo firme; el miedo no la iba hacer retroceder.
"Ven"
Una voz resonó como un escalofriante eco en aquel solitario espacio. Tessa trago saliva y se obligó a seguir adelante.
A medida que avanzaba, el viento se filtraba por los quebradizos ventanales poniéndole la piel de gallina.
"No temas"
La joven llegó a un extremo donde el pasillo se convertía en un estrecho pasaje. Intentó recular, pero su espalda chocó contra una pared, salida de la nada. Ya no había vuelta atrás; era continuar o continuar. Los lamentos se hicieron más audibles, como si detrás de las paredes estuvieran torturando a alguien. Cuando se decidió a continuar, las ventanas se iban desvaneciendo a su paso, dejando viejas sombras en el concreto. Ojos parecían seguirla.
"Estas cerca. Ven"
Llegó a una vieja y desvencijada puerta color marrón. La perilla era de un viejo y oxidado color ocre, el cual había perdido su brillo hacia años. Colocó su mano sobre ella y fue rotándola muy lentamente. Las bisagras crujieron hoscamente y luego cedieron.
La puerta chilló a medida que iba abriéndose; en el interior, una helada correntada, mucho más helada que la del pasillo, le azotó el rostro; sus rubios cabellos se elevaron en el aire como finas telas de araña que danzaban al son de un furioso huracán."Ven a verme"
Demandó la voz.
Su mente seguía insistiendo en huir, pero sus pies se impulsaron hacia el interior. Motas de polvo bailaban a su alrededor, siendo iluminados por la luz de la luna.
En medio del cuarto, había un ataúd. Tessa creyó reconocerlo: madera de Fresno y detalles en cobre y plata. Era lo único que parecía ser pulcro y estar prolijamente cuidado. Rodeando el féretro, contempló el interior. El cerrojo estaba abierto y la tapa levantada. El propietario había desaparecido. Vacío. No había nadie que lo ocupase, pero había vestigios de calor en las sedas que lo recubrían.
"Detrás de ti"
Las manos de la bruja se tornaron frías; los dedos se aferraron a un extremo del cajón, clavando sus uñas en la madera lustrosa, su piel se aclaró unos cuantos tonos hasta quedar del mismo color que la leche. De pronto...la frente comenzó a sudarle frío.
"No me temas"
Pidió la voz; en su tono había tintes de súplica y honestidad. Se detectaba a leguas que era la de una joven.
Tessa volteó lentamente. Un escalofrío le recorrió toda la columna y le inmovilizo el resto del cuerpo. Pero de igual manera, logró quedar cara a cara a la dueña del cajón.
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Where do broken hearts go? ✔
Fiksi Penggemar{LIBRO I} »Se enamoraron con solo mirarse. Él venía con el corazón dolido. Ella creía saber como arreglarlo. Él resolvió ser distante para gustarle. Ella que debía ser él quien diese el primer paso. Ambos esperaron que fuera el otro quién hablara. Y...