Capítulo 23

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Sus uñas se clavaron en la piel de su pecho mientras lo cabalgaba con más fuerza, gimiendo por el calor que se acumulaba en su abdomen. David estaba tenso debajo de ella, su cuerpo escultural se sentía tan deliciosamente firme como lo estaba dentro de ella, brindándole una base sólida mientras ella apretaba sus caderas. Habían estado haciéndolo durante horas y sus movimientos se estaban volviendo descuidados, su ritmo vacilaba por la fatiga y por lo hipersensible que estaba por los orgasmos anteriores.

Las manos de David recorrieron su trasero, sujetándolo con firmeza mientras se inclinaba hacia arriba, flexionando los abdominales con facilidad, llevándolo a una posición sentada mientras su boca encontraba uno de sus pezones. Ella jadeó en voz alta, rodando sobre él con más fuerza, deslizando sus manos sobre su espalda para obtener más palanca mientras se elevaba hasta la mitad de su erección antes de empujar hacia abajo, provocando gemidos de ambos.

Él le acariciaba el pezón con la lengua mientras ella lo montaba, provocando una retahíla de maldiciones y gemidos ahogados pronunciando su nombre mientras saltaba hacia su clímax. Estaba muy tensa, la sensación de ardor se encendió rápidamente mientras sentía que su cuerpo se preparaba para explotar. Él puso una mano entre ellos, su pulgar comenzó a acariciar su clítoris en círculos lentos, haciéndola sacudirse y gemir ante su toque.

—David, estoy… —comenzó a decir Regina, sintiéndose a punto de correrse antes de que un golpeteo en la escalera la despertara de golpe. Maldita sea … Sus ojos se acostumbraron a la luz del día y sintió que su pijama de seda se pegaba a su piel sudorosa por el sueño. Dejó escapar un gemido cuando los golpes en su puerta continuaron. ¿Podría haber sido peor el momento elegido por Emma?

Se deslizó hasta el borde de la cama, sintiendo lo sensibles que estaban sus pechos por el embarazo, lo que sin duda había contribuido al erotismo del sueño. El latido entre sus piernas ansiaba atención, dejándola irritada por la interrupción mientras la realidad se imponía. Estar encima de David y al borde de un orgasmo devastador era mucho más placentero que su situación actual; una cama vacía y un embarazo la convertían en un desastre emocional y excitante.

—¡Ya voy, Swan! —gritó, aunque no de la forma que hubiera querido, mientras salía de su habitación y se dirigía hacia las escaleras. Tenía demasiado calor como para ponerse una bata encima del pijama y, en ese momento, no le importaba su pelo, así que se pasó una mano por él sin demasiado entusiasmo. Si Emma hubiera llegado veinte segundos más tarde, Regina podría haberla recibido de un humor mucho más amable.

—¿De verdad tienes que derribar mi puerta con tus golpes? —preguntó con ironía cuando abrió la puerta principal, entrecerrando los ojos al ver al sheriff que estaba con el puño en alto, lista para volver a tocar.

Emma le dedicó una sonrisa de disculpa antes de dejar caer la mano y encogerse de hombros una vez—: Lo siento, pero no estabas en tu oficina, así que estaba un poco preocupada. Nos íbamos a encontrar allí esta mañana y hablar, ¿recuerdas?

—Lo recuerdo, solo me quedé dormida —Regina hizo un gesto con la mano desdeñosa hacia Emma antes de darse vuelta y desaparecer en la cocina, dejando a la rubia entrar sola y cerrar la puerta.

—¿Te sientes bien? —preguntó Swan mientras seguía a la morena y la observaba mientras buscaba a tientas una taza de té.

—Estoy bien —dijo Regina entre dientes mirándola sin expresión divertida mientras ponía su taza en la máquina y presionaba el botón.

—Oye, me gusta cuando no llevas tacones —bromeó la rubia, que era uno o dos centímetros más alta que la alcaldesa, que iba descalza. Al ver otra mirada sin humor de la mujer con el pelo recogido, dio un paso atrás y se sentó en el taburete—. No somos personas madrugadoras, ¿verdad? —bromeó—. Vamos, Regina, sé que es duro, pero no tenemos por qué estar peleándonos entre nosotras además de todo lo demás.

Finales Alternativos (EvilCharming)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora