Capítulo 39

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David se despertó con el suave movimiento de la cama y sintió la brillante luz del día brillando sobre él incluso con los ojos cerrados. Sonrió antes de abrirlos ante el familiar arrullo que escuchó. Le asombraba cómo podía sentir a Regina y a su hija antes de verlas o escucharlas; sentía su magia. Parecían estar todas unidas por el amor que compartían, y la magia que contenían las mujeres en su vida solo intensificaba su vínculo.

Sus propios ojos azules brillantes lo miraron fijamente cuando levantó la cabeza de la almohada, lo que hizo que su sonrisa se ensanchara. Sosteniendo a la portadora de esos ojos azules en su regazo, Regina se sentó en la cama, vestida con un par de pantalones caqui y una camisa de algodón suelta que le recordaba lo que usaba en el universo alternativo, menos la piel. Su cabello estaba incluso en una trenza suelta a un lado y su rostro sin maquillaje, lo que la hacía parecer años más joven que la infeliz alcaldesa de hace unos años. Supuso que su atuendo era uno de los viejos que usaba para ir a montar aquí, aunque habría estado arreglado con una blusa bien entallada sobre la de algodón. Su hija increíblemente alerta extendió una mano regordeta de los brazos de su madre al ver a su padre, lo que lo sacó de su ensoñación de apreciación del atuendo de Regina.

-Buenos días -su voz aún sonaba ronca por el sueño mientras extendía la mano hacia el bebé y su madre se la entregó con cuidado.

-Ella ha estado esperando impacientemente a que despertaras -sonrió cálidamente Regina mientras David se sentaba contra la cabecera, permitiendo que Violet descansara contra su pecho mientras su cabeza se inclinaba para mirarlo.

-Llevas puestas tus botas de montar. ¿Cuál es la ocasión especial? -Reconoció las altas botas de cuero marrón que llevaba puestas antes de mirar de nuevo a su hija, haciendo una serie de muecas tontas para obtener una reacción de ella.

-Quiero que nos lleves a algún lugar -Regina sonrió con cierta timidez al verlo mirarla con expresión curiosa.

-¿Quieres irte del castillo... con los niños? ¿Pero adónde? -David intentó mantener a raya el escepticismo ante su idea, notando lo esperanzada que parecía. Regina normalmente no era del tipo que se emocionaba o se emocionaba por algo, pero a él le encantaba ver ese lado de ella. Imaginó que así era como era la joven Regina, antes de que Cora apagara su espíritu gentil y la Reina Malvada cobrara vida.

-Quiero que nos lleves a la casa de tu infancia -lo miró a él y a Violet, mordiéndose el labio antes de darle una sonrisa tímida como si no quisiera admitir que sabía la siguiente parte-. Killian me dijo que habías planeado ir allí ayer antes de convencerte de tomar demasiadas rondas de cerveza.

El corazón de David latía más rápido de amor por la mujer que tenía frente a él, al ver la consideración detrás de esos cálidos ojos marrones. -¿De verdad quieres ir allí? En realidad, es solo una choza... -dijo vacilante, restándole importancia a sus sentimientos. No era un castillo como en el que ella había crecido y se sentía un poco tonto por mostrárselo con orgullo. ¿No se aburriría?

-David, volver y revisar mi historia aquí realmente me ha ayudado -le suplicó que estuviera abierto a la idea, con un dejo de vulnerabilidad en sus ojos que le partió el corazón de par en par-. Poder crear recuerdos felices en este castillo que una vez albergó mis peores... me ayudó a superar algunas cosas... Creo que ir a tu antiguo hogar también podría ayudarte... y nuestra familia debería ver de dónde venimos, ¿no crees?

Consideró sus palabras, sabiendo que no podría resistirse, pero tratando de encontrar una manera de disuadirse. -Te amo. -David sacudió la cabeza con incredulidad ante su consideración que nunca parecía cesar, inclinándose hacia adelante para besarla una vez en los labios. Ambos rieron cuando se separaron, viendo el pequeño rostro de su hija mirándolos con una expresión bastante descontenta por la cercanía.

Finales Alternativos (EvilCharming)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora