9. Amigas con derechos

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—Sube aquí— dijiste sin aliento.

Billie se movió desde entre tus piernas hacia arriba para besarte, dejándote saborearte en sus labios. 

—¿Ves por qué estoy tan loca por ti?— se quejó mientras gemías por el sabor.

La besaste suavemente mientras bajabas de tu orgasmo, tus manos recorriendo sus brazos y las de ella colocadas a cada lado de ti.

—Eso estuvo muy bueno— le dijiste al oído mientras rodeabas su cuello con tus brazos.

—Lo sé, me corrí dos veces— susurró ella, sonriendo contra tu cuello.

Te levantaste del escritorio en el que estabas sentada y caminaste hacia el espejo,mientras mirabas tu expresión de cansancio. Billie se acercó por detrás de ti, sus brazos alrededor de tu cintura mientras besaba tu nuca.

 —Eres tan preciosa— gimió mirando el reflejo de ambas.

—Tú también eres preciosa— respondiste sonrojándote.

La relación que tenías con Billie era buena en ese momento. Originalmente eran amigas, pero la tensión entre ustedes las dominó. Había un acuerdo mutuo de que, aunque eran amigas con derechos, los derechos superaban a la amistad.

Básicamente, solo se llamaban para tener sexo, no siempre fue así, pero la innegable atracción que sentían la una por la otra hizo que fuera imposible mantener sus manos alejadas la una de la otra. Especialmente Billie. La primera vez que se acostaron, su vida cambió. Nadie te había cogido tan bien como ella. Conocía tu cuerpo desde el principio al final. Por supuesto, tú eras igual con ella, dándole exactamente lo que necesitaba.

—¿Cansada?—preguntó ella mirándote a los ojos, con sus manos apoyadas en tus caderas.

Sonrió con arrogancia sabiendo que te había cansado.

 —Muy, me voy a duchar primero —te giraste y la besaste con fuerza por un segundo. 

—No hagas eso —gimió sintiendo que tus labios dejaban los suyos. 

—Sabes que te agarraría aquí mismo —su voz baja mientras te miraba aumentando su agarre. 

Sus ojos eran tan jodidamente hermosos que te perdías en ellos cada vez. Te dirigió esa sonrisa burlona, haciéndote saber que la estabas calentando. Te reíste.

 —Suéltame, por favor, tengo que ducharme —la besaste en la mejilla antes de caminar hacia el baño, mirando hacia atrás para verla mordiéndose el labio.

Billie se puso sus pantalones deportivos, se quitó la camisa y se sentó en la cama. Se miraba en el espejo, flexionándose y sonriendo por lo tonificada que estaba. Sabía que estaba en forma. Mientras se palpaba los brazos, tu teléfono vibró a su lado. Lo ignoró. Otro mensaje. No pudo evitar mirarlo. 

Era un mensaje de una chica que decía "¿Estás despierta?", seguido de otro que decía "Estoy sola en casa ;)". Lo miró fijamente, sintiendo que se llenaba de ira. Sus venas latían mientras releía los mensajes. Sus pensamientos corrían a toda velocidad, todo lo que podía sentir era pura irritación. Quería romper tu teléfono, pero comenzó a sonar en su mano.

—Tu teléfono está sonando— te gritó.

Te estabas secando y apenas la escuchaste. Se levantó, se puso una camiseta y caminó hacia la puerta, golpeando fuerte. 

—¿Qué?—la abriste un poco mirándola confundida.

—Tu teléfono—sosteniéndolo frente a ti.

Su tono era bajo, frustración audible en su voz.

One Shots-Billie EilishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora