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Ya había pasado el fin de semana y tuvimos que volver a la secundaria como todos los días. El mismo sábado que habíamos ido al dojo a enfrentar a ese horrible maestro, el señor Miyagi y Daniel me dejaron en casa mientras ellos iban a comenzar su entrenamiento para el torneo.
Estuve todo ese día preocupada por aquel asunto de la competencia de karate, sabía que esta sería una oportunidad para que Daniel enfrentará a Lawrence pero también tenía miedo que este lo lastimara en el proceso, él era más grande, más preparado y agresivo que mi hermano.
Pero a pesar de esas dudas, confiaba lo más que podía en él. Cuando Daniel se propone algo lo conseguía, siempre había sido así.
Estábamos en clase de álgebra a primera hora y como no tenía a nadie en ese salón decidí sentarme con Daniel, el cual tampoco tenía a nadie. Desde aquella paliza en la playa no se relacionaba con más personas que no fueran Ali y yo.
Hablando de ella, mi hermano me había contado que en la fiesta de Halloween, antes de que todo se fuera al carajo, había hablado con mi amiga y se había disculpado con ella por haberla estado ignorando por miedo.
Estaba feliz de que todo fuera mejorando de a poco.
Había acompañado a mi hermano a dejar sus libros en su casillero mientras hablábamos de trivialidades.
– Oh, no te pregunté sobre tu entrenamiento con el señor Miyagi – dije mientras él guardaba sus libros – ¿Cómo te fue? ¿Ya aprendiste a dar unas buenas patadas?
Daniel sonrió divertido ante mi última pregunta, cerrando el casillero.
– No, solo estuve esas cuatro horas lustrando sus autos – respondió, a lo que yo lo miré extrañada.
– ¿Lustrar sus autos? – pregunté, pensando en la razón de aquello – Que rara forma de entrenar.
– Si...– respondió Daniel irónico – Solo espero que esta no sea una excusa para volverme su sirviente personal.
Solté una risa ante su comentario hasta que recordé que tenía que ir a dejar mis cosas en mi casillero, el cual quedaba lejos del de mi hermano.
– Daniel, recien recuerdo que tengo que dejar estas cosas – dije comenzando a alejarme de él – ¡Te veo después!
