¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Nos habíamos despertado lo más temprano posible al día siguiente, cosa a la que no estábamos acostumbrados debido a que era fin de semana.
Ayer de noche cuando volvimos a casa tuvimos que armar todo un plan para convencer a mamá de que en la fiesta Daniel había tomado alcohol sin darse cuenta y se cayó de una de las escaleras de la escuela. Hasta Daniel tuvo que actuar de borracho para convencerla.
Y aunque al principio mamá no estaba muy convencida con nuestra explicación después de ver la increíble actuación de mi hermano, se creyó todo y lo regaño por tomar alcohol.
Odiaba mentirle a mamá y más de una forma constante, pero no quería estresarla con estos temas cuando ella estaba tan feliz en este nuevo lugar. Y sabia que mi hermano tampoco. Bastante mal gusto había pasado desde aquella vez que Daniel fue tirado por la pendiente.
Otra cosa que pasó al llegar a casa fue cuando, al meterme al baño para lavarme las manos, descubrí una pequeña mancha de pintura negra en el dorso de mi mano.
Aunque al principio no supe qué era esa mancha luego recordé algo que había pasado en la fiesta, cuando Bobby me besó la mano la pintura que tenía en la cara seguramente se había quedado en donde me había besado.
Al recordar aquello sentí una extraña sensación subir desde mi estomago hasta mi cara.
Cuando solo faltaban un minuto para las diez, ambos bajamos del departamento aprovechando que hoy mamá no iba a estar en casa por trabajo. Muy bien, así no tendré que mentirle.
Justo en el momento en que Daniel y yo íbamos llegando a la zona del estacionamiento donde estaba el cuarto del señor Miyagi, este ya estaba saliendo.
– Buenos días, señor Miyagi – saludó mi hermano.
– Ah, buenos días, Daniel san y Diana san – nos saludó el hombre a lo que en respuesta le sonreí – ¿Cómo están esta mañana?
Aunque nos hablaba a los dos, el señor Miyagi miraba a Daniel, ya que él era el que había sido golpeado la otra noche.
– Un poco adolorido – respondió mi hermano sonriendo con las manos en la espalda inclinando la pelvis hacia delante.
