4 TERRORES NOCTURNOS

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No puedo dormir.

Los piratas que duermen a mi alrededor roncan como imagino que cien osos lo harían. La hamaca es muy incómoda y siento que me estoy destrozando la espalda. Y hay una humedad que está haciendo que me pique la nariz. Dormir aquí es una mierda.

Pero es obvio que no tenemos ni tendremos otra opción. Los únicos dos camarotes son el del capitán y su primer oficial. Evidentemente Uma no nos va a prestar el camarote de Harry, así que tengo que empezar a acostumbrarme o no pegaré ojo en todo el tiempo que esté aquí.

Que espero que no sea demasiado...

Más que por los ronquidos o la incomodidad, son en verdad mis propios pensamientos los que me tienen despierta. La preocupación no me cabe en el pecho. Intenté parecer segura delante de mi hermana, pero la realidad es que no tengo ni idea de cómo salir de aquí.

También me preocupa lo que esté pasando allí, en nuestro presente. Lo que les hayan hecho a mis padres. Esbozo una sonrisita al imaginar cómo papá seguramente esté amenazando a la Reina si no nos trae de vuelta, pese a que esté aprisionado por guardias. Imagino a mamá tratando de calmarlo, asegurándole que estaremos bien porque nos criaron para sobrevivir a cualquier mal.

Y luego la nostalgia me invade. Los ojos se me cristalizan y me tiemblan un poco las manos. Los echo de menos. Más de lo que me gustaría admitir. Tan solo dejo que caiga una lágrima que limpio con rapidez. No puedo imaginarme qué pasaría si no pudiéramos volver jamás.

Es una posibilidad que me ahoga.

Libero una respiración temblorosa que no me he dado cuenta que estaba conteniendo. Miro a mi lado y lo que veo me hace sonreír. Está claro que Harley no tiene los problemas para dormir de los que yo estoy sufriendo ahora mismo.

Cierro los ojos y respiro profundo, convenciéndome una vez más de que todo saldrá bien, y trato de dormir.

Alguien solloza.

"Seguro que te lo has imaginado".

Los sollozos eventualmente se vuelven más fuertes, y me convencen de que ya no son mi imaginación. Así que me pongo en pie y avanzo cautelosamente por el barco. Miro a cada pirata hasta que llego a uno en especial. Un rubio hecho una bolita acurrucado en su hamaca.

Está llorando.

Y es algo que me parte un poco el corazón.

Supongo que porque estoy acostumbrada a que siempre tenga la sonrisa más brillante en la cara y una historia que contar. Por eso me doy cuenta de que nunca lo he visto con mala cara.

—Gil —lo sacudo suavemente al darme cuenta de que está teniendo una pesadilla—. Gil, despierta.

Doy un respingo cuando se levanta de buenas a primeras, jadeante.

—¿Estás bien? —le pongo una mano en el hombro.

Él se limpia las lágrimas con rapidez, procurando que yo no lo vea. Aquí llorar es debilidad.

Sentir es debilidad.

—Parecías estar llorando y solo quería asegurarme de que...

—No estaba llorando —se aleja de mí hasta que casi se cae de la hamaca. Me mira con desconfianza, casi con miedo. Me recuerda a un cachorro asustado—. Vas a reírte de mí y se lo contarás a todo el mundo, ¿verdad?

—No —frunzo el ceño—. No, claro que no. Puedes confiar en mí. Cuéntame lo que te pasa.

Se pasa una mano por la nariz y vuelve a secarse las lágrimas. Se acerca con cautela, aún sin fiarse de que no diré nada. Es natural. Mi propia madre fue traicionada y humillada por la que consideraba su mejor amiga. Y yo soy casi como una extraña ahora mismo para él.

VIAJE AL PASADO ~ Una historia basada en Descendientes 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora