8 EN PELIGRO

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—Esta es la última vez que te hago caso.

—Siempre dices eso.

Tengo que mirarme las espaldas a cada instante, y no es algo muy cómodo a decir verdad. Pero entiendo que este es un lugar en el que estás en constante peligro. Y el hecho de venir aquí a estas horas de la madrugada parece nuestra sentencia de muerte.

—Este es el plan —me dice en voz baja, y casi quiero echarme a reír. Sus planes siempre salen mal—. Robamos unas armas y algo de ropa, nos ahorramos lo de tener que huir del vendedor y volvemos al barco antes de que noten nuestra ausencia.

—Perfecto, y la probabilidad de que alguien nos ataque, ¿cómo de alta es? —me burlo de ella, pero la miro con cierta severidad.

Entiendo lo que busca. Necesitamos armas para defendernos en condiciones mientras buscamos la forma de volver, y ropa para poder cambiarnos. Pero ¿venir por la noche? ¿Cuando acecha todo lo peor?

Ciertamente ni siquiera sé por qué le he hecho caso.

—Siempre puedes volver al barco, Lia —se cruza de brazos—, pero si me pasa algo, la culpa de devorará.

Suspiro, exasperada.

—No voy a dejarte sola aquí.

La agarro firmemente del brazo y a paso rápido avanzo hasta los puestos cubiertos por mantas. Harley termina soltándose de mi brazo, naturalmente.

Arrastro una de las telas de un puesto al azar, y el polvo hace que me pique la nariz. Hay una gran variedad de relojes ante nosotras, que apuntan cada uno a una hora diferente. Pero no necesitamos relojes. Más que el que nos trajo hasta aquí, el que es mágico y...

El que no sé dónde está.

Me palpo los bolsillos al pensar en ello, y no noto nada. Antes de encontrarnos con nuestras tías, recuerdo que guardaba la mitad rota en uno de mis bolsillos interiores. Solo espero que Uma me lo haya quitado, porque CJ tiene tendencia a robar, por lo que si ha sido ella...

—Esto es lo que necesitamos.

Sacudo la cabeza para espabilarme ante la voz de mi hermana. Me está mirando raro ahora.

—¿Qué pasa? —pregunta.

—Nada —no puedo decirle que he perdido lo único que podría llevarnos a casa. No ahora.

Así que me acerco al puesto que ha destapado, hasta arriba de espadas afiladas, y esbozo una sonrisa digna de este sitio.

—Solo tenemos que elegir la que más nos guste, e invita la casa —Harley se ríe con cierta malicia ante su propia broma—. Esta es mía.

Ella coge una con el mango rojo, tan afilada que si la miras podrías cortarte. Yo echo la vista a todas las espadas a mi alcance. Son todas bonitas de alguna manera, pero mi mirada se clava en una con el mango de volutas moradas. No le quito los ojos de encima cuando la cojo, lentamente.

La hoja resplandece como un rayo de sol, de esos que tanto echo de menos.

—Y esta —me la guardo enganchada en el cinturón—, es mía.

Me giro para mirar a mi hermana.

—Ahora necesitamos ropa. Podríamos conseguir...

—Robar no es propio de señoritas.

Esa voz.

La voz a mis espaldas que hace que se me contraiga cada músculo del cuerpo.

Es como un cubo de agua fría por la cabeza.

Harley ya le está mirando, tanto con miedo como con odio. Me giro con cautela, tratando de no parecer demasiado intimidada ante él.

Su figura está medio oculta entre las sombras, por eso su mirada adopta un destello mucho más sombrío. Pero su garfio de plata brilla incluso en la oscuridad. A pasos naturales, se acerca y se deja ver a la tenue luz que ilumina el mercado pirata a estas horas.

—Ya, pero somos piratas —respondo, poniéndome una mano contra la cadera. No dejo de mover el pie en un ritmo tenso.

Se echa a reír, y esta vez su risa resulta incluso más escalofriante. Doy unos pasos atrás y rozo la muñeca de Harley, trato de mantenerla segura tras mi espalda. No quiero ni pensar en cómo esta vez, ni Uma ni nadie va a venir para sacarnos de esta. Estamos las dos solas contra él.

—No me tienes mucho miedo, ¿no?

Se está acercando. Su pregunta me deja claro que actúo muy bien. Finalmente está justo frente a mí, y el olor a alcohol que desprende me asfixia.

—Pues déjame decirte que deberías —me quedo quieta cuando alza el garfio a mi cara. Muy despacio acaricia un mechón de mi pelo negro como hizo hace unas horas. Tan solo puedo pensar en lo fácil que sería pegarle un puñetazo ahora mismo.

Una pena que a veces haga caso de mis impulsos.

Mi puño le impacta justo en la barbilla, y hace que se le doble la cabeza hacia atrás, lo que me da tiempo para alejarme rápidamente. Ahora agradezco que mi madre me enseñara a atizar a la gente con mis puños desde que tenía diez años.

Veo que escupe un poco de sangre. Su mirada ha cambiado de interesada a furiosa.

—Pagarás por eso —dice, limpiándose los labios con el dorso de la mano. Veo que desenvaina su espada y parece a punto de lanzarse contra mí.

—¡Harley, vete! —le digo cuando freno el primer golpe de Garfio con la espada.

—¡¿Qué?! ¡No!

Por supuesto, por qué iba a escucharme por una vez.

Solo tienen que pasar unos segundos para que Garfio y yo estemos enredados en una pelea de espadas. Sus movimientos son agresivos, intensos. Apenas golpea una vez mi espada y ya está a punto de hacer otro movimiento. Me cuesta pararlo, pero cada vez que lo hago, saltan chispas. Parece ligeramente agobiado por momentos, porque creo que en el fondo se da cuenta de lo buena que soy blandiendo una espada.

Mi padre es un buen maestro.

—Vas a venir prisionera a mi barco. ¡Ambas!

Lo que ruge me desequilibra, pierdo el control, incluso me tambaleo como para caerme al suelo. Sé que es una distracción, tal como papá me enseñó. Estaría bastante decepcionado al ver cómo pierdo el control con esas estúpidas distracciones de las que siempre me advirtió. 

El tobillo me palpita de dolor de nuevo por el esfuerzo y la brusquedad. Y justo cuando pienso que me va a vencer, Harley le da un golpe en la cabeza con el mango de la espada que lo deja inconsciente a mis pies.

Miro a mi abuelo en el suelo con los ojos muy abiertos, y luego miro a mi hermana. Ella se guarda la espada en el cinturón. Voy a abrir la boca para agradecerla, pero Harley habla antes.

—Se me ocurren muchas formas en las que puedes compensármelo. Haciendo mi cama por toda una semana cuando volvamos, por ejemplo...

Me río, y esta vez es genuino, sin ironías ni nada.

—No iba a decir eso —le digo, aún entre risas—. Un simple "gracias" es más que suficiente.

Ella alza un ceja, sonriendo con aire de superioridad.

—Ahora salgamos de aquí antes de que despierte.

~

Ya estamos en los muelles de nuevo.

Queda un recorrido hasta la Venganza Perdida, pero todo está muy tranquilo, así que la única preocupación es mi tobillo adolorido.

Bueno, eso hasta que escuchamos el ruido de alguien subiendo a bordo de un barco.

—¿Has oído eso? —Harley y yo nos miramos, y yo asiento ligeramente.

—Papá —seguimos a voz un tanto lejana y ambas nos fijamos en el Jolly Roger—. Pensé que ya estabas dormido...

Es Harry.

VIAJE AL PASADO ~ Una historia basada en Descendientes 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora