CAPÍTULO 5
El correo electrónico de las confesiones
Stella
Por la noche salí del hospital. Papá me acompañó en todo momento. Yo no había podido parar de pensar en lo que me había dicho el doctor.
No cabía duda que al mayor monstruo que debía temer era a mí misma.
Daisy no había llamado. Papá tampoco me dio un mensaje de su parte. Lo agradecí. No quería nada de ella que no lo hiciera por gusto. Él me ayudó a subir a mi habitación y me recostó para que pudiera descansar en lo que le pedía a Carlota —nuestra cocinera— que me prepara algo.
Encendí mi celular y miré las mil llamadas y mil mensajes tanto en el grupo como de cada una de mis amigas. Sentí un cosquilleo en el estómago al ver que se habían preocupado por mí. Recordé el acontecimiento de cuando dejé mi celular en el coche junto con las llaves y que nadie me había enviado un mensaje. Fue tan diferente. Esto me gustaba. Me gustaba volver a sentirme amada.
Envié un mensaje al grupo para que fuese más rápido.
Sala de juntas: prohibido entrar con hombres.
Yo:
Hola chicas. He vuelto. Gracias por preocuparse por mí. Me tropecé en las escaleras y me golpeé la cabeza. Todo bien, jaja. He salido del hospital hace un rato.
Violet Cass:
Omg, Stella! Que bueno que estés mejor. ¿Necesitas algo?
Clara Lawrence:
Sí, dínos. Cualquier cosa que necesites.
Emma Colebrook:
Estoy un poco ocupada en estos momentos. Me alegra que ya te encuentres mejor. En cuanto pueda vuelo a tu casa. Dime qué necesitas.
Yo:
Tranquilas chicas. ¿Qué les parece si me visitan mejor mañana? Me hará falta una distracción si estaré aquí encerrada. Su visita será de gran ayuda.
Todas confirmaron que irían a mi casa saliendo de sus clases al día siguiente. Bloqueé mi celular y lo dejé en mi mesa de noche cuando papá llegó con mi cena. Me acompañó mientras la terminaba. Después se llevó las cosas a la cocina y me dio las buenas noches para que pudiera descansar. Al poco rato mi celular vibró con una notificación del grupo. Era Dariana. También iría. Pidió disculpas por no haber respondido ya que se encontraba con Landon.
Príncipe se me acurrucó a un lado y comenzó a ronronear. Le pasé el brazo por encima con demasiado cuidado de no recibir un fuerte rasguño. Me quedé dormida al cabo de un rato. Me sentía muy agotada.
No desperté hasta la mañana siguiente. El rico olor a café llegaba hasta mi habitación. Había música clásica de fondo. Por lo que supuse que papá estaba cerca. Príncipe ya no estaba a mi lado como era de esperarse.
Me levanté de la cama sintiéndome entumecida. Fui al cuarto de baño, lavé mi cara y dientes para poder bajar. Me sostuve fuertemente del barandal cuidando de no caerme nuevamente, aunque ya no me sentía mareada. Ni me dolía la cabeza. Atravesé la sala del comedor antes de llegar a la cocina donde encontré a mi padre y Carlota hablando y riendo. A lado de ella se encontraba la otra chica que recién había entrado a trabajar y no recordaba su nombre. Creo que era Aranza. Daisy la contrató para que hiciera el aseo de la casa ya que estaba tan indignada con mi comportamiento y "no quería pelear conmigo porque era su hija y me amaba. Prefería pagar por alguien a tener discusiones conmigo".
ESTÁS LEYENDO
El tren que llegó a las estrellas | cosmos I [NEW ED.]
RomantizmStella no es más que una chica solitaria. No es más que alguien que ve el mundo de dos colores: blanco y negro. Piensa que su vida está vacía que es como la monotonía. Se ha alejado de sus amigos, rompió con su novio, la relación familiar está rota...