Al cruzar la puerta de entrada de su casa. Incluso desde el loving de su hogar podía oír las risas inundando todo el lugar. Aquello no podría significar más que solo una cosa: Samuel se encontraba en su casa, con Calle y en su habitación.
¿Es que acaso su madre deseaba tanto que aquellos dos se emparejaran, que incluso le permitía a ese gran imbécil entrar cómodamente en la habitación de su hermana? ¿Así, sin más? Incluso a ella le ha tocado dar explicaciones de porque estaba en la habitación de Calle, o Calle en la suya. Incluso a ella siendo su hermana mayor.
¿Pero aquel idiota si podía entrar libre y felizmente?
—¡Hija! haz llegado justo a tiempo — fue el saludo de su madre al verla parada aun donde se escuchaban las risas de aquellos dos — acabo de colocar la mesa. Samuel ha traído un postre que se ve maravilloso.
Suspiró pesadamente — Seguro que si. Muero por probarlo — respondió con sarcasmo antes de subir las escaleras rumbo a su habitación, necesitaba golpear algo. Urgentemente.
Había tenido que soportar por años muchas cenas como aquella; con su madre y German tratando a Samuel como si este fuera en realidad el futuro de Calle. Como si aquel idiota fuera parte de su familia, como si ella fuera a permitir aquello.
¡Ja!
Daniela no le pertenecía a el ni a nadie más.
¡Daniela Calle es suya!
¡Su mujer!
...su hermana.
Por lo tanto ella no debería de estar pensando de aquella forma. Pero desde aquella noche donde había encontrado a Calle auto complaciéndose parecía haberse convertido en un animal posesivo y completamente territorial. Con un humor tan cambiante que incluso hablar con ella la mayoría de las veces se ponía incómodo. Todos a su alrededor había asociado su nueva conducta con el estrés de los exámenes finales de aquel semestre de su carrera universitaria.
No le faltaban mas que unos cuantos meses más para que ella cumpliera la edad que su padre había impuesto en su testamento antes de morir para que ella recibiera su herencia y pudiera huir de aquella casa, y más importante, del motivo de su locura y cambios de humor.
Si su familia descubriera la verdad detrás de su comportamiento, probablemente ya estaría encerrada en algún psiquiátrico, y tal vez aquello sería lo mejor para ella. Ya no se encontraba en sus cabales, de ser así, no hubiera abrazado posesivamente a Calle por la espalda en medio de la cocina de su casa.
—Poché, ¿Qué estás haciendo? — cuestionó Calle desconcertada por la ahora actitud posesiva de su hermana, además por los nervios de verse atrapada por el cuerpo de su hermana y la barra de la cocina.
—¿Te gusta Samuel? Se honesta — preguntó en su oído mandándole un escalofrío por su cuerpo.
—El no es más para mi que un buen amigo, nada más — aclaró la castaña — ya te lo he dicho antes.
—¿Y a todos tus amigos los llevas hasta tu habitación? —preguntó con más seriedad — ¿Con que fin Calle? ¿Para seducirlos así como haz hecho conmigo?
—Poché, detén esto. Sea lo que sea que estés haciendo — cuestionó Calle algo desconcertada y un poco molesta por las insinuaciones que acababa de hacer. Además que sentir la nariz de la mayor acariciando su nuca estaba haciendo estragos con su cordura — todos nos están esperando en la mesa.
—¿De verdad quieres que me detenga? — preguntó ansiosa en el oído de su hermana — y no me mientas.
Como respuesta Calle solo se giró en sus brazos quedando frente a frente con ella, la miró algunos segundos y después la empujó con brusquedad. Poché no iba a volver a jugar con ella y luego actuar como si nada hubiera sucedido.
Por su arrebato de molestia no solo empujó a Poché lejos de ella tomándola desprevenida, si no que también el postre que había llevado Samuel había terminado en el suelo justo cuando su madre hizo acto de presencia en la cocina.
—Niñas porque...— vio el desastre en el lugar — tardan tanto.
—Fue mi culpa mamá — confesó Calle — se me ha resbalado, lo siento...
—Ojalá Samuel no lo tome a mal.
—Yo personalmente me disculparé con el, no te preocupes mamá.
—Lo haremos todas. Volvamos a la mesa niñas, ya me encargaré de limpiar este desastre más tarde.
Mafe hizo un gesto con la mano para que ambas salieran del lugar, cosa que Calle hizo rápidamente, pero Poché seguía estática en su lugar.
¿Qué demonios fue lo que acababa de suceder? ¿Por qué carajos se había permitido hacer eso? ¿Es que acaso no se cansaba de cometer una estupidez detrás de otra?
—Poché cielo, vamos. Todo está bien, los accidentes ocurren.
¿Accidente? Poché ya no estaba segura de que su comportamiento pudiera catalogarse de esa forma.
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Hasta aquí las actualizaciones de hoy, espero les haya gustado.
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𝑨𝒎𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒆𝒔 𝒖𝒏 𝑷𝒆𝒄𝒂𝒅𝒐 (𝑪𝒂𝒄𝒉𝒆́)
Romance-¡Estás enferma María José! - gritó aterrado aquel hombre al ver el arma que tenía la nombrada en las manos- ¡Matarme no va a darte la paz que tanto buscas! -¡Venga! no te creas tan importante. Solo eres una de las tantas basuras que ensucian mi cam...