𝑴𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒐 𝒅𝒆 𝒑𝒂𝒏𝒊𝒄𝒐.

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Cuando Calle abrió los ojos aquella mañana, sonrió al encontrarse atrapada entre los brazos de Poché. Una calidad y enorme felicidad se instaló en su pecho; aquello era lo que ella más quería, despertar así todas las mañanas de su vida. Ella la noche anterior había hecho el amor con la persona que más amaba en su vida, ambas habían tenido una profunda y larga charla sobre sus recíprocos sentimientos y habían dejado más que claro la nueva naturaleza de su relación.

Nada ni nadie podía arruinar aquel momento.

—Poché... — se escuchó la voz de su madre al otro lado de la puerta —Poché cariño.

Poché despertó sobresaltada al escuchar la voz de su madre, y se percató de las circunstancias en las que se encontraba. Sus nervios y miedo salieron a flote por el constante sonido de los toques a su puerta. Miró aterrada y apretó a Calle más en sus brazos, como si tuviera miedo de que esta se fuera en algún momento o alguien se la arrebatara de se lado.

—Cielo, ¿Estás ahí?

—Poché está en la ducha mamá —terminó por contestar la castaña al ser consiente del estado en el que había entrado Poché.

—Calle, ¿Eres tu?

—Si mamá.

—Ahora entiendo porque se ha quedado dormida tu hermana — contestó Mafe a través de la puerta — ¿Cuántas veces te he dicho que no hagas que Poché se desvele? ¡Está en periodo de exámenes por el amor de Dios! — Calle suspiró ante las palabras de su madre — además... ya no estás en edad para dormir con ella Daniela. Poché es una adulta ya, necesita su espacio. 

—Lo siento — fue todo lo que dijo la castaña volviendo a soltar un suspiro. Su madre siempre encontraba alguna excusa para que ella no entrara a la habitación de Poché y viceversa. Era frustrante.

—Solo haz que ella se apure. El desayuno está listo — informó antes de marcharse. 

—¿Se habrá dado cuenta? — preguntó Poché en un susurro luego de salir de su estado —Calle, si nuestra madre se ha dado cuenta, nosotras...

—¡Hey cariño! Debes tranquilizarte — dijo la menor poniendo sus manos en las mejillas de Poché haciendo que esta se fijara en sus ojos —todo está bien, ¿Cómo podría ella sospechar? No es como si yo fuera alguna chica que haz metido en tu habitación en medio de la noche a escondidas — intentó razonar — soy tu hermana menor, con la cual haz compartido habitación innumerable de veces.

Poché suspiró con pesadez llevándose ambas manos al rostro, estaba aterrada — Esto es tan... ¡Carajo! 

—¿Te estás arrepintiendo? — fue lo único que pudo preguntar Calle ante el estado en el que se encontraba su hermana. Se sentó al borde de la cama dándole la espalda.

—¡¿Qué?! ¡Por supuesto que no! — afirmó Poché destapándose el rostro y sentándose de igual manera detrás de Calle.

—Aún estás a tiempo ¿Sabes? — se adelantó a decir, no quería ver a Poché en ese estado — aún podemos olvidar todo lo que hablamos anoche...

Poché suspiró intentando relajarse, así no iban a llegar a nada y el tono decepcionado y asustado en la voz de Calle le estaba rompiendo el corazón. Se pegó a ella desde atrás y pasó sus brazos por la cintura de la más pequeña apoyando su cabeza en su hombro.

—¿Me estás dejando? ¿Solo porque me he asustado?

—Estás aterrada Poché.

—Pero no es por nuestra relación o por lo que puedan pensar de ella — aclaró Poché — es por la angustia y pánico que me genera el pensar que si nuestro padres se enteran nos separen. Ese sería el peor de los castigos cariño. No puedo vivir sin ti, no ahora — explicó lo mejor que puedo sintiendo el cuerpo entre sus brazos relajarse — así que por favor, te lo pido, no hagas esto aún más difícil de lo que ya lo es. Quiero esto contigo, quiero vivir esto contigo, pero te pido que entiendas que estamos en una situación bastante delicada. 

—Lo se, y en serio lo siento — se disculpó — he actuado por impulso, pero tengo miedo de que todo esto sea demasiado para ti y termines dejándome.

—Lo es Calle. Es muy difícil para mi — decidió ser sincera — y lo va a seguir siendo durante mucho tiempo hasta que aprenda a sobrellevarlo. Si esto entre nosotras sale mal y nos descubren, quien tendrá que afrontar las consecuencias seré yo. Soy mayor que tu, una adulta responsable, y tu solo eres una adolescente...

—Tengo 18.

—Eso no quita que seas una adolescente. Vayamos con calma ¿Sí? Solo te pido que me tengas paciencia y que seas prudente con lo nuestro. ¿Puedes hacer eso?

—Si... No es como que yo sea una experta tampoco, pero se sobrellevar las mentiras mejor que tu. Pero ahora somos un equipo, tu y yo, una pareja. Busquemos la forma de que esto funcione.

—Eso haremos.

Sellaron esa promesa con un beso, uno tierno y dulce; uno que evitara tornarse en un contacto más intimo y que las llevara en otra dirección.

Ya tendrían tiempo para amarse. Justo en ese momento ambas debían retomar el papel de hermanas, ese que tenían frente a sus padres y para el mundo, ese que les correspondía. 

Aunque para ellas.... Ya no existiera. 

𝑨𝒎𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒆𝒔 𝒖𝒏 𝑷𝒆𝒄𝒂𝒅𝒐 (𝑪𝒂𝒄𝒉𝒆́)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora