El sonido del reloj la estaba volviendo loca con cada segundo que pasaba. Su pierna no paraba de golpear constantemente el suelo. El sabor a madera en su boca tras haber mordido el lápiz frenéticamente hasta haberlo roto le había revuelto las tripas. Su cerebro no tenía ni idea de lo que su profesor había estado diciendo desde que inició la clase, en lo único que podía pensar y recapitular con tanta claridad, era la discusión que había tenido con Calle hacía dos días; ese estúpido momento donde se dejó llevar por su molestia y expresó mal sus pensamiento hiriéndola a ella en el proceso. Había sido una completa imbécil.
Ahora debía buscar la forma de disculparse y de explicar correctamente lo que había querido decirle en ese momento; quería hacerle ver a su hermana que solo no quería que dejara todo su posible futuro a un lado por querer correr con ella y vivir su amor. Poché podía esperar por ella, podía esperar pacientemente al momento adecuado para que ambas pudieran vivir su historia de amor.
¿Por qué todo se estaba volviendo tan malditamente complicado?
¡Mierda!
Debía hacer algo para arreglar esa situación, y debía hacerlo lo antes posible.
Así que sin importarle la clase, ni nada de lo demás, se levantó bruscamente de la silla dejando a todos los allí presentes anonadados tras verla salir del aula a mitad de la clase y sin ninguna explicación como normalmente haría.
Ella debía hablar con Calle profunda y detalladamente. Necesitaban "ambas" hablar de su futuro, trazar un plan, algo con lo que ambas estén de acuerdo, tranquilas y felices, pero juntas.
Le tomó mas de veinte minutos llegar a la escuela de Calle y casi otra media hora para poder encontrarla. Estaba demasiado agitada, demasiado frustrada, demasiado desorientada y mareada. Odiaba sentirse así últimamente, pero sobre todo, odiaba ese inestable sentimiento destructivo que se instalaba en ella cuando Samuel estaba cerca, tal y como ahora lo estaba de Calle.
—Ya estoy tan malditamente harta de ti — gruñó Poché tras haber tomado de la camisa a un desorientado Samuel y aventarlo al suelo. No deseaba seguir viendo como abrazaba a Calle, ¡ella era suya!
—¿Poché? ¿Pero que rayos? — balbuceó Calle con el ceño fruncido mientras se agachaba para ayudar a Samuel.
—Hemos discutido un poco, algo por un maldito mal entendido, ¿y tu inmediatamente te arrojas a sus brazos? —cuestionó la pelinegra furiosa.
—Poché, necesito que te calmes, por favor — pidió la castaña con la voz un poco temblorosa distinguiendo rápidamente el estado voluble que desprendía Poché en oleadas gigantescas. Cuando Poché se ponía de esa forma se transformaba completamente; dejaba de ser recatada, dulce y educada para convertirse en alguien territorialmente explosiva.
Era cierto que a veces disfrutaba de esa actitud, pero otras veces temía por lo que Poché fuera capaz de hacer, y con Samuel allí, no terminaría en nada bueno, tal cual como había pasado la ultima vez.
—Vine aquí hasta aquí, para disculparme, para explicarte, para remediar lo completamente estúpida que fui. Pero ahora me siento incluso mucho mas estúpida. Yo preocupándome por ti, por nosotras, por nuestro futuro, y tu... ¡tu estas con este imbécil!
—¡Ya basta María José! estas armando un show, date cuenta que estamos en la escuela.
La pelinegra observó a su alrededor y se dio cuenta que tenían varias miradas sobre ella. Apretó los puños, respiró profundamente varías veces y cargó a Calle sobre su hombro sorprendiendo a esta y empezó a caminar rumbo al estacionamiento donde había dejado su moto.
Apenas y había dado unos cuantos pasos cuando sintió un agarre fuerte y firme sobre su hombro.
—No tienes ningún derecho a tratarla de esa manera — afirmó Samuel —¿Quién te crees que eres?
—Samuel está bien —intervino Calle saliendo de su estupor— no pasa nada.
—Si Samuel — pronunció su nombre con asco — todo está completamente bien, así que deja de entrometerte donde no te están llamando.
Tras llegar al estacionamiento, Calle se bajó bruscamente del hombro de Poché y la empujó en el proceso —¡¿Que demonios te pasa?! — cuestionó molesta — ¿Podrías dejar de actuar como una loca?
—¿Y tu podrías dejar de actuar como una cualquiera?
El sonido de una cachetada fue todo lo que se escuchó por los siguientes segundos. Calle estaba furiosa, pero al mismo tiempo se sentía tan débil y vulnerable, sentía que en cualquier momento se echaría a llorar. Poché por otro lado se quedó fría en su lugar, no se había esperado eso; se subió en su moto bajo la atenta mirada de Calle que con miedo pensó que era el fin de todo. La pelinegra envió un mensaje y se colocó su casco, le tendió uno a Calle y con la mirada mas fría y determinada le dijo.
—Sube.
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𝑨𝒎𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒆𝒔 𝒖𝒏 𝑷𝒆𝒄𝒂𝒅𝒐 (𝑪𝒂𝒄𝒉𝒆́)
Romance-¡Estás enferma María José! - gritó aterrado aquel hombre al ver el arma que tenía la nombrada en las manos- ¡Matarme no va a darte la paz que tanto buscas! -¡Venga! no te creas tan importante. Solo eres una de las tantas basuras que ensucian mi cam...
