𝑷𝒓𝒐́𝒍𝒐𝒈𝒐.

180 13 0
                                    

Todo había sucedido demasiado rápido, no supo en que momento o como terminó sobre las escaleras, completamente inmovilizada por aquel esbelto cuerpo que con facilidad cubría el suyo de una manera muy excitante. Desprendía un extraño aroma producto de la cantidad de alcohol que habían bebido y el exquisito aroma a menta que siempre desprendía de Poché. Podía sentirlo llenado sus fosas nasales mareándola de una forma tóxica, como si de alguna droga se tratase, despertando completamente cada uno de sus sentidos mientras sentía con claridad aquella humedad suavidad que recorría lentamente su cuello, su mandíbula y finalmente posándose posesivamente sobre sus labios, iniciando un beso que rápidamente se volvió intenso, con ambas lenguas luchando por el dominio. Un beso tan caliente y jadeante. Un beso que debía parar... Inmediatamente.

—¿Q-qué ocurre? —Preguntó la chica más alta tras el inesperado empujón que la sacó de su burbuja.

—Esto no está bien María José... No está bien —dijo la castaña con la respiración acelerada, con el corazón retumbando en su pecho y con aquella lucha con su mente de querer y no querer hacerlo.

—¿Tan mal lo he hecho? —preguntó la otra chica con una sonrisa burlona lo suficientemente cerca como para sentir su respiración igual de acelerada.

—¿Mal? ¡Todo ha estado mal!

—¿Segura que no lo has disfrutado ni siquiera un poco?

—¡Carajo! deja de preguntarme esas cosas...

—¿Por qué? Estoy segura que lo has disfrutado tanto como yo.

—¡Porque esto no debió haber sucedido en primer lugar!

—¿Es por Samuel? —preguntó con voz seria acercándose aun más a la castaña mientras reajustaba su agarre en su cintura y la pegaba completamente a su cuerpo. La escuchó jadear al sentir su dura erección —el no te merece cariño. Si solo me dieras una oportunidad, una sola... Yo podría hacerte completamente feliz.

—Para Poché, te suplico que pares por favor. Estas ebria. No estás consiente de lo que me estás diciendo o haciendo.

—Te aseguro que estoy completamente segura de lo que estoy haciendo. Déjame demostrarte que puedo ser suficiente para ti.

Eso fue todo lo que dijo Poché antes de juntar sus labios nuevamente con los de Calle. Con urgencia. Con pasión. Con una necesidad tan violenta que ni siquiera los empujones o las negaciones de la castaña fueron capaces de detener el deseo que se había apoderado de Poché quien tocaba, besaba y rasgaba todo a su paso.

—Poché por favor... —suplicaba Calle entre jadeos. Intentaba no dejarse seducir por lo excitante de la situación. Por aquella morbosa fantasía que jamás creyó posible que llegara a ocurrir, y que justo ahora, en medio de las escaleras de su casa, estaba sucediendo — Poché... —intentó llamar de nuevo su atención.

Unas fuertes pero hábiles manos se colaron hasta su sexo mojado. Tan húmedo que empapo las manos de la más alta.

—Poché... —dijo en un gemido ahogado.

—No voy a detenerme Calle, no importa cuanto me lo pidas... Te necesito.

—Mis suplicas ya no son para que pares Poché, son para que no lo hagas.

Poché jadeó al escuchar aquello, con más confianza y sin un ápice de duda hundió dos dedos en cálida cavidad que se contrajo deliciosamente al sentirse invadida. Aquello hizo que un melodioso gemido saliera de los labios de Calle, un gemido que Poché quería escuchar una y otra vez, así que con firmeza salió y entró cada vez más rápido hasta que vio a la castaña desfallecer de placer en sus brazos.

Aquello no acabaría ahí.

-------------

Holii. Esta es mi primera historia, espero les guste y dejen su estrellita y comentarios si quieren que la siga, si no... la eliminaré...

𝑨𝒎𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒆𝒔 𝒖𝒏 𝑷𝒆𝒄𝒂𝒅𝒐 (𝑪𝒂𝒄𝒉𝒆́)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora