𝑰𝒏𝒕𝒐𝒙𝒊𝒄𝒂𝒅𝒂.

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Desde que recordaba, Calle siempre había llevado las riendas de su vida a voluntad propia. Nunca cediendo, ni dejándose usar.

Pero cuando se trataba de Poché, no le importaba estar de rodillas, con los ojos fijamente en los contrarios, con el miembro de la mayor entrando y saliendo de su boca, con aquella insistente mano enredada en su cabello impidiendo que pudiera alejarse. Sobreviviendo con el poco aire que podía coger tras los movimientos de cadera de su hermana.

—Ya casi... —gimió Poché con la respiración entrecortada apretando aún más los cabellos castaños — ¡Calle!

Su nombre en un gran jadeo fue todo lo que puedo escuchar antes de que su lengua se llenara de aquel sabor dulce que inundó toda su boca mientras sentía su propio sexo humedecerse aún más, e incluso, latir tan desesperado como su corazón.

¡Dios! Necesitaba sentir a Poché dentro de ella ¡Urgentemente!

Y, como si Poché hubiera leído sus pensamientos tiró de ella para levantarla y ponerla de cara contra la fría superficie que formaba los cubículos del baño. Metió sus manos por debajo de la falda de la más pequeña y arrancó con brusquedad sus delicadas y delgadas bragas. Acarició posesivamente sus muslos y trasero. Se tomó algunos segundos para acariciar con la punta de su dedo medio su abultado clítoris y, finalmente, la penetro sin ningún tipo de delicadeza, tan firme y profundamente que Calle no pudo evitar gemir sonoramente en cada estocada. 

—Eso es cariño... — susurró la mayor en su oído con voz completamente ronca — gime solo para mi.

Y lo hizo. Le daba absolutamente lo mismo escuchar las risillas de algunas chicas, el ánimo de otras o comentarios sobre la moral del resto. Le daba igual que sus nuevos amigos se ofendieran por su ausencia en su primera salida nocturna. Le daba igual estar siendo tomada tan salvajemente en el baño de una discoteca. 

Lo único que le importaba en aquel momento era el placer que estaba sintiendo. Las firmes embestidas, la brusquedad de una Poché intoxicada por el alcohol y de nueva cuenta, por los celos...

—¿Ahora lo sientes? Lo bien que puedo satisfacerte. Ningún imbécil va hacértelo como yo, Calle. Nadie te va a follar como yo.

—Lo se Poché — jadeó por otra embestida — Por eso...s-solo te necesito a ti.

—No pensaste aquello cuando estabas coqueteando con el barman.

—S-solo... —otra estocada — solo estaba siendo amable.

—Lo dudo — afirmó mientras incrementaba la fuerza y la rapidez de sus embestidas — pero voy a dejarte en claro a quien le perteneces, hermanita...

Le encantaba ver y sentir a Poché en ese estado desenfrenado, pero tampoco se podía permitir embriagarla cada vez que deseaba sacar ese lado animal que tanto le gustaba y que la ponía deseosa. Solo le quedaba disfrutar de esos furtivos momentos. 

Momentos que la enloquecían a tal grado de importarle un carajo todo lo demás.

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 OK. Este es el capítulo de hoy, en serio me gustaría que dejaran en sus comentarios su opinión sobre la historia y si cumple con sus expectativas. Gracias por el apoyo recibido hasta ahora.

𝑨𝒎𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒆𝒔 𝒖𝒏 𝑷𝒆𝒄𝒂𝒅𝒐 (𝑪𝒂𝒄𝒉𝒆́)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora