𝑪𝒐𝒏𝒔𝒆𝒄𝒖𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂𝒔.

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Le habían diagnosticado una amnesia disociativa a causa de alguna preocupación por algún conflicto interno, (como sentimientos de culpa por ciertos impulsos o acciones, dificultades interpersonales aparentemente imposibles de arreglar, o por algún crimen cometido). 

Le habían mandado como tratamiento terapias, apoyo emotivo, técnicas de meditación para la recuperación de la memoria, entre otras cosas. 

Y sin embargo, ahí se encontraba, bajo los intensos rayos del sol haciendo servicio comunitario en uno de los estados vecino. Su madre la había castigado  para hacer 750 horas, cosa que según ella, serviría para que meditara y recordara la atrocidad que había cometido; y con todo ello preparar una buena disculpa para Samuel, quien según ella, siendo todo un caballero no había respondido (porque no tuvo oportunidad) de responder a alguno de sus golpes.

Incluso con 384 horas que llevaba de castigo Poché seguía con la misma postura. Ella no se disculparía con ese idiota porque todo había sido su culpa. De no haber pensado que quitarse la camisa era adecuado, por mucho que estuviera manchada de residuos pegajosos, ella no hubiera malinterpretado la situación y seguramente hubiera disfrutado del postre sorpresa que Calle le estaba preparando aquel día por motivo de su primer mes de relación.

—Oye Poché — la llamó Paula, una de las chicas que estaba ahí por voluntad propia y con la cual había establecido una superficial amistad — ¿Por qué no haz guardado tus cosas aún?

—Apenas son las 3:00.

—Día feriado, ¿Lo recuerdas? Hoy salimos temprano.

—Siempre tan despistada — se escuchó una voz divertida detrás de ambas y Poché sonrió un poco al saber quien era.

—Calle — Poché se dio la vuelta y su sonrisa involuntariamente se hizo más grande. Para aquellas fechas el golpe que había recibido accidentalmente al intentar detenerla ya ni se veía, aunque aquello no disminuía la culpa que sentía al haberse enterado de aquello a pesar de que la castaña le decía que no tenía importancia — ¿Qué estás haciendo aquí?

—He venido por ti — aclaró la más pequeña mientras Poché recogía sus cosas — aunque secuestrarte sería la palabra adecuada.

—Te has saltado tus clases complementarias ¿Cierto? — preguntó Poché divertida notando el rubor en las mejillas de su novia.

—Tenía que aprovechar que hoy sales temprano de "prisión". Estas semanas apenas y te he visto el rostro. Te extraño — dijo haciendo puchero mientras se acercaba a Poché y esta la abrazaba contra ella.

—Hacen una linda pareja — alagó Paula esperando que con eso se dieran cuenta de su presencia.

Inmediatamente ambas chicas voltearon a verla, Poché tenía una expresión seria y algo nerviosa, mientras que Calle sonrió completamente algo avergonzada.

—Gracias. Por cierto, me llamo Daniela, puedes decirme Calle.

—Soy Paula, un gusto.

—Gracias por cuidar de mi... Novia — dijo con orgullo dejando salir por primera vez aquella palabra que confirmaba la relación entre ella y Poché.

—Calle... — dijo Poché con advertencia en su voz.

—No pasa nada Poché, no soy una persona cerrada de mente, al contrario.

—¿Ves cariño? No pasa nada — afirmó Calle besando la mejilla de Poché quien se relajó ante el contacto.

—Mi novio y yo iremos por unas malteadas, ¿Les gustaría venir con nosotros?

—Por supuesto.

Poché no supo como disuadir la aceptación de su pequeña, aquello podría ser peligroso.

Solo esperaba no pasar de la amnesia disociativa, a la demencia.

Aunque sentir la mano de Calle enredarse  en la suya mientras ambas caminaban por el sendero, charlando animadamente con otra persona, como si ellas fueran una simple pareja más, la llenaba de un sentimiento al que no podía resistirse. 

Aquel sentimiento probablemente le daría pase V.I.P al manicomio, o la cárcel, o quizás al mismo infierno.

Sea cual sea el resultado, sin duda valía la pena por ella.

𝑨𝒎𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒆𝒔 𝒖𝒏 𝑷𝒆𝒄𝒂𝒅𝒐 (𝑪𝒂𝒄𝒉𝒆́)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora