La chica de la plaza

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Como cada día Vegeta salía de su trabajo de oficina, era un trabajo que realmente odiaba. Estaba rodeado por cuatro paredes ocho horas al día e incluso más.

¿Por qué no renunciaba? No necesitaba demasiado el dinero y podía permitirse trabajar de otra cosa, pero cuando se encontraba solo en su casa sentía que no tenía un propósito.

No tenía familia ya que sus padres habían fallecido hace tiempo, tenía un hermano menor que vivía en el extranjero con el que rara vez hablaba y no tenía más que un par de conocidos en la oficina con los que hablaba trivialidades.

Pasó por su camino habitual de regreso a su casa, aunque tenía un auto prefería caminar al trabajo. Disfrutaba ver el vecindario y los espacios verdes que había en su ciudad, aunque no era muy grande.

Siempre atravesaba un parque con caminos empedrados bastante grande, en la tarde a veces había alguna que otra feria que vendía artesanías, personas comprando y algunos guitarristas que cantaban canciones por monedas.

Todos los días pasaba por allí sin mirar demasiado a las personas que estaban en ese lugar, parecía que era un parque muy concurrido. Era visualmente estético ya que tenía mucha vegetación, iluminación con faroles que se encendían en la tarde noche y detalles en piedra. Tenía una edificación en el medio que también era empedrada, aunque no sabía bien qué era ese lugar.

Un día en la oficina tuvo una situación particularmente difícil, le habían echado la culpa de varias cosas que ni siquiera había provocado él. Se había aguantado la rabia todo el día ya que no quería gritarle al energúmeno de su jefe.

Comenzó su camino de regreso a su casa con el ceño más fruncido de lo usual, estaba tan estresado que solo pensar en trivialidades cómo qué iba a cenar o hacer cuando volviera a su casa lo hacía enojar mucho más.

En cuanto pasó por el parque, alguien chocó con él mientras caminaba en la dirección contraria hacia él. Volvió a contenerse de gritarle a la persona en cuestión, respiró profundo mientras pensaba en cómo podría superar aquel enojo que había estado dentro de sí todo el día.

La persona se alejó luego de disculparse con él por lo que había sucedido. Vegeta arrojó su maletín negro al suelo con frustración. Sentía que nada tenía sentido, nada lograba tranquilizar su espíritu.

Luego de calmarse un poco miró a su alrededor, parecía que no había tanta gente alrededor. Recogió el maletín y se dejó caer en una de las bancas de madera que había en el parque, usualmente nunca paraba para quedarse allí ya que siempre pasaba de largo hasta su casa.

Su vida era tan monótona, ni siquiera iba al parque de vez en cuando a pesar de que no quedaba muy lejos de su casa. Aunque también en cierta manera pensaba que podía ser deprimente ir solo allí.

Se quedó un rato allí sentado mirando lo que hacían las pocas personas que había allí. A algunos metros cerca de los laterales de la edificación de la misma podía ver que había personas preparando sus puestos para vender sus productos.

El centro estaba vacío, tal vez nadie iría a cantar ese día allí. Usualmente solía escuchar que había música cuando pasaba.

El banco en el que se había sentado daba una buena vista del centro que ahora estaba vacío. Aunque su vista se distrajo de inmediato al ver pasar una chica jovial y con tatuajes en su piel que se dirigía con una guitarra a cuestas a la zona que estaba viendo antes. La chica tenía el cabello corto azul y ropa de estilo despreocupado, tenía una camiseta de tiras blanca y unos jeans.

La vio ir al espacio vacío del centro y bajar la guitarra con funda que llevaba en su espalda. La chica se sentó en el suelo sobre una manta que había llevado dentro de la funda. Luego, dejó la funda a un lado al sacar la guitarra, era una guitarra clásica que tenía calcomanías en ella.

Colección de Oneshots /Vegebul/VXBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora