Maegor:
La incomodidad se extendió por toda la habitación, siendo ambientado por los gritos y gemidos de placer de los alrededores. Me limite a quedarme sentado con la espalda recta en una vieja silla de madera, con las plantas de los pies bien colocados en el suelo, no como en mi niñez donde, solian colgar del abismo.
Maegara se mantenía apartada, apoyada en una de las paredes de ladrillo, tenia las cejas claras y delgadas fruncidas, a medida que sus orbes violaseos y los suaves parpados examinaban cada uno de los movimientos que realizaba.
Por supuesto que esa pequeña bastarda desconfiaba de mi, mis intentos de asesinato en su dirección eran contados, después de todo ella era un vástago de algún príncipe Targeryen, un error de los dioses.
Sin embargo, no había contemplado nunca mujer mas hermosa. Maegara era de piel palida y de rostro depredador, con facciones fuertes con un toque de feminidad que asemejaban a los que se describían en los libros de historia cuando se hablaba de Visenya, una de las esposas de los conquistadores.
Siempre me había visto del mismo modo, tal y como si fuese una molestia en su zapato. Me dije a mi mismo que seguramente se sentia celosa de que yo fui concebido bajo el santo manto de los dioses.
Maegara desapareció unos segundos, perdiéndose en uno de las amplias habitaciones se la casa. No tardo en regresar y antes de que pudiese preguntarle respecto a aquel inusual movimiento un pañi húmedo fue arrojado en dirección a mi rostro.
—Limpiate parece que hubieras degollado a un cerdo—.Me dijo con brusquedad y aquel particular acento proveniente de la región de Bastión Tormenta.
—En términos simples aquello fue lo que hice—. Le respondí, aclarando una vez más mi garganta. Tome el paño pasandolo por mi rostro y cuello.
—No, no degollaste ningún cerdo, el cerdo sigue tendido cómodamente en su cama—. Replicó, volviendo a su pared.
—¿Que quieres decir?—. Le pregunté inflando un poco las mejillas en un hábito que conservaba desde mi infancia— Nunca se me ha escapado ninguna sirvienta.
Maegara chasqueo la lengua irritada.
—El cerdo es tu hermano, aquel que planeas que se siente en el trono—. Me dijo y aquello me hizo sentir una pequeña sensación de ira extendiendose por mis venas.
Aegon tenía muchos defectos pero no era un cerdo, simplemente tenía antojos insasesbles como cualquier hombre.
—Deberias retirar lo que has dicho del heredero—. Le comenté, con una sonrisa tirando de las comisuras de mi boca— O podria tratar de matarte otra vez.
—No lo has conseguido en ningúna ocasión ¿Que te haría pensar que podrias hacerlo en este momento?—. Sus palabras, bañadas con ese toqué de sátira, solo me hicieron llevar mis manos hasta el costado donde mi daga yacia.
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𝐓𝐡𝐞 𝐬𝐢𝐧𝐬 𝐨𝐟 𝐭𝐡𝐞 𝐟𝐚𝐭𝐡𝐞𝐫 | ʟᴜᴄᴇʀʏꜱ ᴠᴇʟᴀʀʏɪᴏɴ
FanficMaegor II detestaba la mera idea de bastardos existiendo en el linaje puro de los Targeryen, la idea de un hijo nacido fuera del matrimonio lo horrorizaba tanto como a su madre. Sin embargo después de tantos años, cuando sus ojos se posaron en Luce...