09. Mi sangre

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Cinco vástagos nacieron de un vientre joven pero agobiado, una niña alfa y cuatro varones omegas. Lo que evocaba un presagio temible sobre el final de una dinastía de siglos.

Noctis Imperium era liderada por los Kang desde una época sin memorias, donde solo se conocían mujeres omegas y hombres alfas. Los betas no eran aceptados en la sociedad, mientras los niños omegas y las niñas alfas eran decapitados, tirados en hogueras o ahogados en lagos helados. Sin embargo, cuando Jeong Suk Kang III ascendió al trono y tomó como esposa a Ri Am Choi, aceptó en su sociedad a todo tipo de personas, adaptando sus diferencias a clases sociales que servirían como los pilares de sus mandatos, encontrando que su primer ley salvaba la vida de sus hijos. Lo supo cuando nació Hae Rin, su primogénita, una alfa saludable que alertó a la monarquía como un mal presagio.

Tras un "error" tan notable a los ojos de todos menos a los del Rey. Ri Am se sintió en la obligación de concebir con cada celo que llegaba, perdiendo la infancia de sus hijos mientras lidiaba con sangrados abundantes y muertes prematuras. Lamentablemente, nunca tuvo un alfa varón y con la llegada del más pequeño de sus hijos, se le decretó no intentarlo más, pues su vientre era una tumba y su marido estaba demasiado enfermo para lidiar con eso.

Nadie conocía a profundidad la historia de aquellos reyes, sólo quién se encargaba de describir la vida de la monarquía en los libros del castillo. Ni siquiera la misma Hae Rin reconocía la tristeza de sus padres o el por qué del odio que su madre siempre había vaciado sobre ella.

Pero, aún sin conocer su historia, sentía la necesidad de proteger a su sangre, desconociendo las palabras malintencionadas de la corte que la vio crecer, aquella que confiaba en que la vida de omegas varones y alfas hembras, no era más que el presagio del final de Noctis Imperium y el ver la guerra que se desataba en su Reino no hacía más que confirmarlo. Sin embargo, aquel que no confía en las profecías, triunfa por encima de ellas. Solo tiene que esforzarse un poco.

La sangre recorría el mar y los cuerpos se hundían en él a medida que se endurecían por la muerte, iluminados apenas por las flotas en llamas y la enorme luna, llorosa al presenciar una guerra tan estúpida

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La sangre recorría el mar y los cuerpos se hundían en él a medida que se endurecían por la muerte, iluminados apenas por las flotas en llamas y la enorme luna, llorosa al presenciar una guerra tan estúpida.

En las costas aún había alfas de pie, peleando con flechas y espadas, tosiendo sangre mientras defendían una causa ajena. Razón perdida, pues los enemigos se dirigían en silencio a los castillos de sus jefes, buscando cumplir con la palabra propia de su Reina y deshacerse de la descendencia de otros, ignorando los gritos de piedad y el llanto ensordecedor.

Sin embargo, mientras la muerte recorría sus costas, aquella "cruel" Reina suspiraba tranquila al acariciar el rostro pacífico de su amada, afirmando el contraste que muchos conocían de la guerra: Soldados peleando y Reyes celebrando. Porque un gobernador jamás se mancharía directamente las manos. Es así cómo son criados, incluso si la humildad recorre sus venas y la preocupación por los demás visita de vez en cuando su mente.

- Ha pasado un tiempo desde que empezó la guerra - comentó Danielle mientras acaricia su propio vientre - Y no estaría tan consciente de ello si no fuera por el crecimiento de nuestro cachorro. Poco a poco siento cómo se mueve mientras mi vientre brota cada día, entonces reconozco que los días pasan rápido - una sonrisa apareció en su rostro - Y entre mi alegría me preocupo por lo que esté ocurriendo afuera.

Destiny [daerin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora