03. ¿Luna de miel?

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Con la bata puesta y algunas velas prendidas, Danielle estaba casi lista para dormir, pero se sentía ansiosa, no se había percatado de lo enriquecedoras y cálidas que eran las conversaciones con Hae Rin. Charlas que no habían aparecido ese día y es que, podía ser que estuvieran demasiado centradas en lo que debían hacer o simplemente sus ganas de conocerse mutuamente habían acabado ahora que contrajeron matrimonio.

Recibiendo luz de luna mientras concretaba sus plegarias, escuchó un par de golpes en su puerta, lo que hizo que en su interior destellara un poco de alegría, pero al ver a su doncella entrar, su destello se apagó rápidamente.

- Su majestad - saludó ella, inclinándose como era debido, a lo que Dani respondió con un ademán vago, pues no se encontraba de humor - La Reina la espera en sus aposentos, he venido a escoltarla.

Sin embargo, aquel anuncio inesperado, alimentó su curiosidad.

- Por supuesto - le contestó tranquila, caminando hacia su doncella para que esta le mostrara el camino hacia la habitación contraria, la cual, sorprendentemente, quedaba al otro lado del pasillo. Danielle jamás notó eso, no hasta ahora.

La doncella se inclinó hacia ella para despedirse al dejarla frente a la puerta, lo que hizo que Danielle mirara a los lados, detallando que no había nadie a lo largo del pasillo más que los guardias en la entrada y salida de aquel corredizo.

Parpadeó confundida y pasó hacia la habitación de su esposa.

Esposa. Eso era un poco extraño, ¿no?

- Hae Rin - la llamó con soltura, pues hace bastante que habían dejado la formalidad durante su privacidad.

- Dani, hola - respondió su menor con una sonrisa ligera - Espero no haberte molestado, espero que hayas terminado tus plegarias antes de que la doncella llamara.

Danielle asintió, acercándose al alféizar dónde Hae Rin estaba sentada, observando las estrellas, ya que desde su ventana no podía ver la luna a esa hora.

- No lo hiciste, sin embargo, te esperaba en mi habitación, no al contrario.

La menor le extendió la mano para que ella también se sentara en el alféizar acolchonado, cosa a la cual Dani no se negó.

- Comprendo - explicó Hae Rin - Pero tras el matrimonio no es común que el alfa sea quién visite los aposentos del omega y no quiero suscitar rumores entre la servidumbre. Hasta ayer fuimos amigas, pero hoy somos esposas y debemos comportarnos como tal.

Danielle inclinó su cabeza a un lado al no entender parte de las palabras de la mujer frente a ella.

- ¿Me consideraba su amiga?

Hae Rin le sonrió.

- ¡Por su puesto! ¿Usted no?

La mayor también sonrió.

- Supongo que sí, siempre me siento cómoda con usted y me hace reír, además, los presentes que me ha dado cada mes, todos han sido preciosos. Aunque nunca entendí el motivo.

Aquella de rasgos felinos la miró un momento, luego pareció perderse entre sus propios pensamientos, buscando una respuesta adecuada.

- Mi madre dijo que los omegas aman las joyas. Los collares, dijes y anillos que le di, eran forma de reafirmar mi compromiso por usted. Aunque ahora tiene una joya más grande y preciosa, esa es la corona de la Reina consorte, la cuál, por cierto, le quedaba muy bien, al igual que su vestido de bodas.

Danielle sintió que no había parado de sonreír desde el momento en que empezó a hablar con Hae Rin, aunque aquello no le sorprendía, pues eso era bastante usual.

Destiny [daerin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora