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Recuerdos del Pasado

Ardberck se encargaba de los cuidados de Aria, quien sonreía ante su presencia. A pesar de la oscuridad y el caos que rodeaban a Camelot, la pequeña encontraba consuelo en la compañía del caballero. Ardberck, conocido como el caballero del caos, sentía una conexión especial con Aria. Cada vez que la veía sonreír, no podía evitar recordar a su propia hija, quien le fue arrebatada durante la Guerra Santa.

-Ardberck: Vamos, pequeña. Es hora de tu lección de hoy -dijo con una voz suave, mientras guiaba a Aria hacia el jardín del castillo.

-Aria: ¿Qué vamos a aprender hoy, Ardberck? -preguntó con curiosidad, sus ojos brillando de emoción.

-Ardberck: Hoy te enseñaré sobre las plantas mágicas que crecen en este jardín. Algunas de ellas tienen propiedades curativas, mientras que otras pueden ser muy peligrosas.-

Mientras caminaban entre las flores y los arbustos, Ardberck le contaba historias sobre cada planta, sus usos y sus peligros. Aria escuchaba atentamente, fascinada por el conocimiento del caballero. A pesar de su apariencia ruda y su reputación temible, Ardberck tenía un corazón bondadoso y una paciencia infinita con la pequeña.

-Ardberck: Esta planta, por ejemplo, se llama "Lágrimas de la Luna". Sus pétalos pueden curar heridas, pero sus espinas son venenosas -explicó, señalando una flor de color plateado.

-Aria: Es hermosa... pero también peligrosa -murmuró, tocando suavemente uno de los pétalos.

Ardberck asintió, observando a Aria con una mezcla de orgullo y tristeza. Cada día que pasaba con ella, sentía que una parte de su corazón se sanaba. La presencia de Aria le daba esperanza y un propósito en medio del caos.

-Ardberck: Aria, quiero que sepas que siempre estaré aquí para protegerte. No importa lo que pase, nunca estarás sola.-

Aria sonrió y abrazó a Ardberck con fuerza. Aunque aún extrañaba a sus padres, comenzaba a sentir que Camelot podía ser su hogar, gracias al caballero que la cuidaba con tanto cariño.

Aria, con la inocencia de una niña, tomó la decisión de borrar su pasado, creyendo que solo se eliminarían los momentos vergonzosos. Sin embargo, todos y cada uno de sus recuerdos fueron borrados y reemplazados con unos nuevos, falsos. En estos nuevos recuerdos, desde pequeña había convivido con Arthur, quien la había salvado de su antiguo hogar, donde era una campesina. Según estos recuerdos, todo su pueblo la odiaba y le daba la espalda.

Los recuerdos eran tan reales que Aria comenzó a llorar, sintiendo una profunda tristeza y soledad.

-Aria: ¿Por qué me odiaban tanto? -sollozaba, con lágrimas corriendo por sus mejillas.

Arthur, observando la reacción de Aria, se acercó y la abrazó con ternura.

-Arthur: No llores, pequeña. Estás a salvo aquí conmigo. Nunca más tendrás que sufrir.-

Aria, aunque consolada por las palabras de Arthur, no podía evitar sentir un vacío en su corazón. Los nuevos recuerdos eran tan vívidos que le resultaba difícil distinguir la verdad de la mentira. Sin embargo, la calidez del abrazo de Arthur le proporcionaba un consuelo temporal.

Ardberck, que había estado observando desde la distancia, sintió una punzada de dolor al ver a Aria llorar. Aunque no conocía los detalles de lo que había sucedido, intuía que algo no estaba bien.

-Ardberck: Debo protegerla, cueste lo que cueste -se dijo a sí mismo, decidido a descubrir la verdad y asegurarse de que Aria estuviera a salvo.

Con el tiempo, Aria comenzó a adaptarse a su nueva vida en Camelot, aunque los falsos recuerdos seguían atormentándola. Arthur, por su parte, se esforzaba por ganarse su confianza y cariño, mientras Ardberck vigilaba de cerca, siempre alerta a cualquier señal de peligro.

A medida que pasaban los días, Aria se volvía más fuerte y decidida, sin saber que su verdadero pasado estaba oculto en lo más profundo de su mente. Y aunque Arthur había logrado borrar sus recuerdos, no podía borrar la esencia de quién era realmente.

Perdida, Pero Jamás Olvidada 【LANCELOTXOCXARTHUR】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora