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El Camino hacia la Fuerza

Aria, decidida a demostrarle a su pueblo que se arrepentirían de haberle dado la espalda, comenzó su entrenamiento con una determinación feroz. Quería ser fuerte, no solo para protegerse, sino también para hacerles pagar por su desprecio.

Ardberck, viendo la intensidad en los ojos de Aria, decidió entrenarla personalmente. Sabía que la niña tenía un gran potencial, pero también entendía que su motivación estaba impulsada por el dolor y la ira.

Ardberck: Aria, la fuerza no solo viene del cuerpo, sino también del corazón y la mente. Debes aprender a controlar tus emociones si quieres ser verdaderamente poderosa.

Aria asintió, aunque en su corazón aún ardía el deseo de venganza. Cada día, entrenaba con más intensidad, aprendiendo a manejar la espada, a luchar cuerpo a cuerpo y a usar la magia que fluía en Camelot. Ardberck la guiaba con paciencia, enseñándole no solo las técnicas de combate, sino también la importancia de la disciplina y el autocontrol.

Rey Arthur observaba el progreso de Aria con interés. Sabía que su entrenamiento era crucial para el futuro de Camelot, pero también veía el peligro en su deseo de venganza.

-Arthur: Aria, No dejes que el odio te consuma.-

-Aria: Lo sé, pero no puedo evitar sentir esta rabia. Quiero que todos los que me despreciaron se arrepientan.-

Arthur suspiró, comprendiendo el dolor de la niña. Sabía que el camino hacia la verdadera fuerza sería largo y difícil, pero confiaba en que Aria encontraría su propio equilibrio.

Con el tiempo, Aria comenzó a dominar sus habilidades. Su destreza con la espada era impresionante, y su control sobre la magia crecía día a día. Sin embargo, la verdadera prueba vendría cuando tuviera que enfrentar no solo a sus enemigos, sino también a sus propios demonios internos.

-Ardberck: Recuerda, Aria, la fuerza sin control puede ser destructiva. Usa tu poder sabiamente.-

-Aria: Lo haré, Ardberck. Prometo que no dejaré que el odio me consuma.-

Mientras continuaba su entrenamiento, Aria se daba cuenta de que su verdadero enemigo no era su pueblo, sino el dolor y la ira que llevaba dentro. Con la guía de Ardberck y el apoyo de Arthur, comenzó a encontrar un nuevo propósito: no solo demostrar su fuerza, sino también convertirse en una líder justa y compasiva.

Con el paso del tiempo, algo extraño comenzó a suceder. Los ojos verdes y azules de Aria cambiaron; el verde se volvió dorado y apareció un extraño símbolo que la hacía sentir diferente. Para ocultarlo, Aria decidió taparlo, pero la sensación de que no pertenecía a ese lugar persistía. Aunque le tenía un profundo cariño a Ardberck y Arthur, sabía que había alguien más allá afuera que la esperaba con ansias.

Cada día, su parecido con Elizabeth Liones se hacía más evidente. Arthur, consciente de esto, decidió revivir a una antigua diosa que había existido en la guerra hace 3000 años para que ayudara a Aria a controlar su poder de diosa, aunque ella no sabía de qué se trataba. Lo mismo ocurría cuando se enojaba: sus ojos se volvían oscuros y penetrantes, una marca aparecía en su rostro y perdía por completo la cabeza.

- Arthur:Aria, esta diosa te ayudará a entender y controlar tu poder. Es crucial que aprendas a manejarlo, no solo por tu bien, sino por el futuro de Camelot.-

Aria, aunque confundida y asustada por los cambios en su cuerpo y mente, aceptó la ayuda de la diosa. Sabía que debía aprender a controlar su poder para proteger a aquellos que amaba y para encontrar su verdadero lugar en el mundo.

Aria había aprendido a controlar su lado diosa con facilidad, gracias a la guía de la antigua diosa revivida por Arthur. Sin embargo, a pesar de su progreso, sentía que algo, o mejor dicho, alguien le faltaba. Esta sensación de vacío la acompañaba constantemente, incluso en sus momentos de mayor triunfo.

Ardberck, siempre comprensivo y atento, observaba a Aria con preocupación. Sabía que lo que le faltaba era su hermano y su familia, quienes la buscaban desesperadamente. Sin embargo, tenía prohibido decirle que alguna vez perteneció a la familia real de Liones y que sus padres, Meliodas y Elizabeth, no descansaban en su búsqueda, al igual que todo su reino.

-Ardberck: Aria, sé que sientes que algo te falta, pero debes confiar en que todo se revelará a su debido tiempo -dijo, intentando consolarla sin revelar la verdad.

-Aria: Es solo que... siento que hay alguien allá afuera que me necesita, alguien que me está buscando -respondió, con una mezcla de tristeza y esperanza en su voz.

Ardberck asintió, sintiendo el peso de su secreto. Quería decirle la verdad, pero sabía que hacerlo pondría en peligro no solo a Aria, sino también a todo Camelot. Decidió que lo mejor era seguir apoyándola y preparándola para el día en que pudiera enfrentar su verdadero destino.

Mientras tanto, en el reino de Liones, Meliodas y Elizabeth no cesaban en su búsqueda. Cada día, enviaban exploradores y mensajeros a los rincones más lejanos del mundo, con la esperanza de encontrar a su hija perdida.

-Meliodas: No descansaré hasta que encontremos a Aria. Ella es nuestra hija y la traeremos de vuelta a casa -dijo con determinación.

-Elizabeth: Lo sé, Meliodas. Siento en mi corazón que ella está viva y que nos necesita. No podemos rendirnos.-

El reino de Liones se unió en la búsqueda, con la esperanza de que algún día, Aria regresara a su verdadero hogar. Mientras tanto, Aria continuaba su entrenamiento en Camelot, sin saber que su verdadera familia la buscaba sin descanso.

-Aria: Ardberck, ¿crees que algún día encontraré lo que me falta? -preguntó, con una chispa de esperanza en sus ojos.

-Ardberck: Sí, Aria. Estoy seguro de que lo harás. Y cuando llegue ese día, estaré a tu lado para apoyarte.-

Aria sonrió, sintiendo un poco de consuelo en las palabras de Ardberck. Aunque su camino estaba lleno de desafíos y misterios, sabía que no estaba sola. Con el tiempo, descubriría la verdad sobre su pasado y encontraría su lugar en el mundo.

Perdida, Pero Jamás Olvidada 【LANCELOTXOCXARTHUR】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora