Capítulo VI: Rechazo

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Sin respuesta de nuevo. Como siempre, habían pasado varios días y, aunque tenía la certeza de que había recibido sus cartas, este no le daba una réplica.

     “No debo perder la esperanza” se repetía.

     Nadie entendía la obsesión de esta chica. En el fondo ni ella misma la comprendía, pero era algo a lo que se aferraba hasta llegar a esos ridículos extremos.

     Y, sin embargo, tarde o temprano tenía que bajarse de esa nube. Desgraciadamente, mientras más subes, más fuerte caes.

     Y de forma terrible para ella, su caída fue peor que la de Ícaro.

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     —Esto es demasiado —declaraba incrédulo—. Pensé que en algún punto se aburriría o algo, ¡pero la muchachita es terca o yo no sé! Ya va casi para el año que sigue con esto —decía aguantándose la risa, encontrando la situación divertida.

     El sepulturero se encontraba charlando con otros dos trabajadores del parque, amigos suyos. Es gracias a estos dos que en parte se supo que Mortis nunca le había dado respuesta a Willow.

     Lo cierto es que, aunque hubiera podido, nunca le dio respuesta para rechazarla por una simple razón: el hombre era un narcisista y, aunque no le gustaba la chica, le gustaba recibir atención. De hecho le divertía muchísimo la situación, bromeando bastante al respecto.

     —¿Un año? Caramba, ni qué decir —respondió uno de ellos.

      —¿Quieren que les cuente algo? —preguntó alzando una ceja, creando un poco de suspenso—, no guardo las cosas que me envía, sino que las tiro. ¿Para qué quiero yo esa basura? A veces uso las flores como decoración para las tumbas...

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     Como a veces era costumbre, fue a comprar el almuerzo para ambos. En ocasiones les daba pereza cocinar en su casa y simplemente compraban algo dentro del parque. En aquella ocasión le tocó a ella ir a comprar algo.

     Después de haber recogido su pedido, ya estaba dispuesta a regresar con Angelo, pero logró escuchar unas palabras que llamaron su atención.

     “Pobre chica... La verdad me siento mal por ella. Pensar que Mortis...”.

     Pero los chicos que iban pasando se alejaban poco a poco. Por supuesto, a Willow le llamaba la atención todo lo que tuviera que ver con Mortis, así que sin pensarlo ni un segundo decidió seguirlos a hurtadillas.

     Para no verse muy indiscreta, tomaba su distancia, pero en algún punto los hombres se detuvieron a charlar al lado de unos jardincitos. Aprovechando tal cosa, la gondolera se acercó a ellos, oculta tras unos setos, donde pudo escuchar más de la conversación.

     —Sabes, siento un poco de pena por ella. Gasta su tiempo y energías en cartas y regalos y Mortis los termina tirando a la basura.

     —Bueno... ¿Sabrá en primer lugar que Mortis se ríe de sus intentos de conquista cursis? Es un poco rarita. Me da pena, pero no culpo a Mortis. Quién querría salir con un monstruo o el fenómeno que se supone que sea...

     Y así continuó la conversación, intercalando entre burlas y momentos de reflexión donde sentían pena, solo para volver a bromear al respecto.

     Y Willow solo escuchaba, escondida tras el seto, sintiendo cómo palabra tras palabra se le iba la vida.

     Aquello no podía ser cierto, ¿o sí? Mentían, estaban mintiendo...

     Pero no podían ser inventos. Realmente parecían conocer a detalle los regalos que le había dado a Mortis. Además, estaba ya bastante claro...

     Willow sentía sus piernas temblar y cómo sus ojos le imploraban soltar las lágrimas, pero esta se negaba. Aunque sentía como si su alma estuviera abandonando su cuerpo por la decepción, la rabia, la ira y la profunda tristeza, se mantenía firme a no hacer ni un sonido.

     Hasta que escuchó que los trabajadores finalmente se retiraban y fue entonces que decidió salir cabizbaja. Quiso hacer como si no hubiera ocurrido nada y volvió con Angelo.

     Obviamente, su amigo notó su repentino deterioro: su sobrecogimiento emocional reflejado en sus ojos tristes y vacíos.

     —Willow, cariño, ¿sucedió algo?

     Pero ella no le respondió y apartó la mirada. De verdad lo que menos quería era sentirse más vulnerable en ese momento.

     Pero Angelo dulcemente se sentó a su lado y acarició con suavidad su hombro.

     —Willow, háblame, por favor. Dime qué te ocurre —le suplicaba con genuina preocupación, pues nunca la había visto así de decaída.

     Era tan sensible que en ese momento no pudo contenerse más y comenzó a llorar para inmediatamente abrazarlo. Era muy emocional, nunca había podido modular esa parte de ella, y menos con Angelo, que era el único hasta ese momento que había mostrado preocupación y consideración.

     El mosquito solo correspondió su abrazo, impresionado de tal reacción. “¿Qué cosa la tiene tan mal?”

     —M-Mortis... Él... —balbuceó en medio del llanto. No podía ni siquiera completar la frase.

     Angelo se impresionó aún más. ¿Por fin se daba cuenta? Es decir, se le hacía raro porque después de todo parecía que la chica vivía en una fantasía eterna respecto a Mortis, aunque, no por eso dejaba de dolerle ver a su amiga así.

     —Él... Se deshizo de todos mis regalos. Todo este tiempo para él fueron basura... —articuló débilmente, quebrándosele la voz en cada fonema.

     Su amigo abrió los ojos de par en par, primero sorprendido y luego indignado de escuchar esas palabras. ¿Cómo se atrevía? Después de tanto esfuerzo y amor que su querida amiga había puesto en cada maldito regalo, ¿y el desgraciado tenía el atrevimiento de tirarlos a la basura?

     Oh, Dios, no podía decir que aquello le sorprendía en realidad, porque estaba claro que Mortis no conservaba sus regalos, pero no por eso dejaba de sentir cómo le hervía la sangre y sentía las incontrolables ganas de matar a ese sepulturero

     Sin embargo, tenía que controlar su ira. En ese momento su amiga lo necesita.

     —Ay, bebé, lo siento tanto... —le decía mientras acariciaba su espalda, buscando consolarla con su tacto— Lamento que haya tenido que llegar a esto. Escucha: tú eres increíble, Willow, la mejor chica que conozco... Ese... —expresó dubitativo, tratando de no dejarse llevar por el enojo— Idiota no te merecía. Lo digo en serio —declaró separándose un poco y acunando su rostro—. Sé que esto es duro, pero créeme cuando te digo que estás ya mejor olvidándote de él. Eres una chica fuerte, así que no dejes que esto te derribe —le pidió mirándola a los ojos mientras limpiaba una lágrima de su mejilla con el pulgar.

     Sin embargo Willow seguía con esa expresión de cachorro triste. Le dolía tanto verla así. Solo pudo abrazarla más hasta que se agotó de llorar.

     Angelo se sintió roto por dentro. Anhelaba tanto que su amiga se diera cuenta pero, ahora que lo hacía, no se sentía bien.

Bad Romance (Charlie×Willow)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora