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Jimin abre la puerta y frente a él se encuentra Jungkook. El pelinegro ladea la cabeza y sonríe en su dirección, poniendo sus nervios de punta. Jimin traga saliva y se hace a un lado para dejarlo pasar. Está un tanto confundido a cómo debe actuar ahora que son... ¿follamigos? Es que ni siquiera son amigos, se han conocido hace un corto tiempo y su trato, básicamente, se ha basado en pelear.

Cuando Jungkook ingresa a su casa, el pelirrosa cierra la puerta.

—No me dijiste que vendrías.

—Quise sorprenderte.

Jimin ríe por lo bajo y camina escaleras arriba. No se molesta en mirar atrás, pues sabe que Jungkook lo está siguiendo. El pelinegro va a su trás, como un perrito regañado. Durante todo su recorrido hasta la casa de Jimin, Jungkook planificó muy bien cómo actuaría, estaba convencido de que no perdería el tiempo hablando, pero ahora, no sabe ni cómo moverse.

—Bueno, la próxima avísame que vendrás, no quiero que interrumpas mis planes.

—¿Qué plan podrías tener a esta hora?

—Pretendía hacer una maratón de mi serie favorita —dice entrando a la habitación.

—Puedo acompañarte.

—No —se sienta en el borde de su cama—. No has venido aquí para eso, ¿verdad?

Jungkook sonríe y se quita su chaqueta de cuero, sabiendo perfectamente lo que viene. Con seguridad avanza hasta el pelirrosa y se acomoda entre sus piernas, para luego tomarlo de la cintura y obligarlo a recostarse sobre la cama, cayendo junto a él.

—Pude acoplarme a cualquier plan, pero veo que ya tienes otra cosa en mente.

—No solo yo, ¿no es así, Jungkookie? —sonríe travieso, pasando sus brazos alrededor del cuello del pelinegro— Tú también quieres esto tanto como yo.

—¿Así? ¿Qué te hace pensar eso, rosita?

—Esto —Jimin baja una de sus manos hasta la entrepierna de Jungkook y presiona, robándole un jadeo al contrario—. Tu amigo ya despertó y lo puedo sentir presionando fuerte mi abdomen.

Jungkook traga saliva y se pega mucho más al cuerpo de Jimin, para así hacer fricción y aliviar un poco a su miembro, que ya empieza a doler. Tener al pelirrosa ahí, a su merced, dispuesto a todo por él, lo vuelve loco. ¿Cómo es posible que ese chico de carita de ángel, sea capaz de mirarlo con tanto deseo? Jimin es un lobo disfrazado de oveja y le encanta.

En cuestión de nada, la habitación se llena de tensión, y es tan notoria que incluso podría llegar a cortarse con una tijera. Jungkook y Jimin se miran intensamente, saben que el control se está yendo se sus cuerpos, pero ahora no lo necesitan así que está bien. 

Están jugando con fuego y son propensos a quemarse, sin embargo eso no es relevante, no cuando se miran con esas ganas tan abrumadoras.

—Es cierto —murmura Jungkook, inclinándose para rozar sus labios con los de Jimin—. Lo quiero tanto como tú.

Sin darle tiempo para responder, el pelinegro termina con la casi nula distancia entre ellos, besándolo con fuerza. Están tan necesitados del otro que no se contienen. Las manos de Jimin suben del cuello de Jungkook y se aferran a su cabellera, mientras sus cuerpos se mueven al unísono.

Jungkook suelta los labios de Jimin para poder tomar aire.

—No tienes idea de cuánto me vuelves loco —susurra con voz ronca.

Jimin sonríe ligero, entonces su manos deciden aventurarse por la espalda del pelinegro, sintiendo como tiembla y se tensa bajo su toque.

—Tal vez sí lo sé —responde, antes de volver a tomar su boca, esta vez con más intensidad, como si quisiera dejarle una marca en la memoria, como si quisiera asegurarse de que Jungkook no pueda pensar en nadie más.

El pelinegro no se queda atrás, sus manos se deslizan por el cuerpo de Jimin, tocando cada centímetro como lo hizo la primera vez y tal vez, solo tal vez, como si quisiera memorizar cada curva, cada respuesta que obtiene de él. La fricción entre sus cuerpos hace que el deseo solo pueda crecer y que sus pieles ardan pidiendo por más. Pronto el ambiente se llena de jadeos ahogados por los besos y en escasos segundos, la ropa de ambos termina por desaparecer.

Jungkook lleva uno de sus dedos a la boca de Jimin haciendo que lo chupe, para luego trazar un camino con él hasta la entrada del pelirrosa. Jimin gime ante la intromisión del falange, al principio siempre resulta un tanto incómodo, pero sabe que luego solo el placer estará presente.

—¿Puedo meter uno más? —pregunta Jungkook, quiere estar seguro de que Jimin se encuentra bien.

—Sí, sí... hazlo.

Jungkook asiente e ingresa un segundo dedo. Los mueve lento y en círculos, y cuando Jimin se empieza a mover por cuenta propia, sabe que ya está listo.

—Voy a entrar —avisa mientras se coloca el preservativo que saca de su pantalón.

—Espera —Jimin se estira hasta llegar al cajón de su velador y de ahí saca un bote de lubricante—. Usa esto también.

—Bien —Jungkook echa un poco de lubricante sobre su miembro y también sobre la entrada de Jimin— Ahí voy.

Con una estocada, el pelinegro se termina por hundir dentro de Jimin, robándole un gemido. El pelirrosa se sostiene fuerte de la espalda de Jungkook, porque aunque está sobre la cama teme perder el equilibrio. Jungkook lo hace tan fuerte que siente que su estómago está siendo perforado, pero eso no importa, es el mejor sexo de su vida. Ahora que lo recuerda, lo mismo pensó la primera vez. ¿Acaso Jungkook se lo hará mejor cada vez? La sola idea lo pone a temblar.

—¿Qué piensas, rosita? —pregunta sin dejar de moverse—. De pronto me apretaste mucho más. ¿Tienes alguna idea en mente que podamos recrear?

—Agh... no, tú continúa así —se muerde los labios—. Mierda, eres tan grande.

Jungkook sonríe. Sabe que lo es, pero nunca está mal que se lo recuerden.

—Y tú me absorbes tan bien... —jadea.

—¿Sí?... mmhg...

—Sí, rosita —se agacha para besarlo—. Me tienes mal.

Jimin cierra sus ojos dejándose llevar y se entrega por completo a las sensaciones que lo envuelven. El calor de la piel del pelinegro sobre la suya, la manera en la que sus respiraciones y sus gemidos se mezclan, todo eso contribuye a que el pelirrosa se pierda aún más en el momento. Jungkook vuelve a pasar sus manos por su cuerpo mientras lo embiste con más fuerza que antes, tocando el punto que lo lleva al límite.

—¡Ah sí... Jungkookie!

—¿Lo disfrutas, bebé?

—Sí, sí... me encanta —eleva su cabeza para ver como el pelinegro entra y sale de él—. Más, no pares...

—No pienso hacerlo... ah, rosita, voy a perder la cabeza. ¿Terminemos juntos, sí?

—Ya no puedo aguantar.

—Espera.

Jungkook lo embiste más rápido y al poco tiempo ambos se corren, Jungkook en el preservativo y Jimin sobre su abdomen y el del pelinegro.

Sus pechos suben y bajan en busca de aire, y cuando se logran estabilizar se miran a los ojos. Las mejillas de Jimin se ruborizan y desvía su mirada, sintiéndose cohibido de pronto. Jungkook, nota ese cambio y sonríe. Con una mano levanta el mentón del pelirrosa obligándolo a mirarlo de nuevo.

—¿En serio te pondrás tímido, rosita? Acabamos de sentirnos hasta el alma —bromea sin malicia, porque de hecho le resulta tierna la actitud de Jimin.

—Cállate —dice, acentuando aún más su sonrojo.

—Está bien, me callo, pero si no vamos a hablar, ¿podemos hacerlo otra vez?

Jimin traga saliva, y aunque quiere echarse para atrás ante la propuesta, su cuerpo reacciona por sí solo.

—Bueno —dice finalmente.

𝓓𝓔𝓢𝓣𝓘𝓝𝓨 // 𝓚𝓞𝓞𝓚𝓜𝓘𝓝 𝓐𝓤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora