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Durante todo el vuelo Jimin no pudo encontrar paz, su pecho dolía y su cabeza era un desastre, incluso ahora que ya están a punto de aterrizar en Seúl, nada ha cambiado. La calidez que las manos de Jungkook le transmitían en un inicio, ahora solo le congelan y es por eso que se libera de agarre, se limpia las lágrimas que caen de sus ojos y mira hacia la ventana.

¿Cómo le va a mirar a Taehyung? Porque es obvio que su mejor amigo ya sabe todo, ¿cómo le va a explicar que no tiene nada que ver con Jungkook cuando todas las pruebas están ahí? Se siente mal incluso por Jin, lo obligó a ocultar la verdad y ahora todo su castillo de mentiras se ha caído.

—Rosita, ¿por qué soltaste mi mano? —escucha decir a Jungkook, quien se acaba de despertar.

Un nudo se forma en su garganta y no puede responder, no sabe cómo hacerlo. Jimin tiene emociones encontradas, está preocupado por lo que le puede suceder a Jungkook y a la vez, lo detesta por haberlo incitado a involucrarse con él.

—Hey, ¿qué sucede? —pregunta el pelinegro incorporándose en el asiento. Intenta tomar las manos del rubio otra vez, pero este lo esquiva y no lo mira.

Los cambios de humor en Jimin siempre son frecuentes y Jungkook ya se habituó a eso, sin embargo no deja de ser complicado. Lo quiere y está dispuesto a soportar todo, pero a veces siente que no puede lidiar con eso.

Jungkook suspira y toma a Jimin del rostro obligándolo a mirarlo, sin lastimarlo por supuesto y cuando finalmente sus ojos se encuentran, el pelinegro se encuentra con el llanto silencioso del rubio.

—Jimin... rosita, ¿qué pasa?

Tras oír esas palabras de Jungkook, tan dulces y suaves, Jimin no puede evitar quebrarse por completo y llorar con fuerza. El pelinegro lo abraza y esta vez se deja, no pone resistencia ni objeta, por el contrario, corresponde el gesto. Oculta su rostro en el cuello de Jungkook y se da cuenta de lo mucho que lo va a extrañar, entonces también llora por eso. Es como si todo se le hubiera juntado, la pérdida de una persona de la cual se encariñó y el posible odio de sus mejores amigos.

Jungkook no dice nada más, solo lo sujeta con fuerza haciéndole saber que en él siempre va a encontrar el refugio que necesita. El pelinegro le hace saber con ese abrazo que pase lo que pase, siempre se encargará de ser su ancla.

Finalmente el avión aterriza y los chicos se ven obligados a separarse, deciden salir por la puerta posterior del aeropuerto para así evitar a la prensa que han de estar como leones buscando una presa a quien devorar. Se suben a la camioneta negra junto a Namjoon y debido a que el ambiente es bastante tenso, ninguno habla. Al llegar a la casa del rubio, este se baja del vehículo sin siquiera despedirse y tampoco sacar su maleta, lo único que quiere es estar en su cama para hundirse en su desgracia.

Jungkook piensa diferente, no quiere dejar ir a su persona favorita de esa forma sin antes haber aclarado lo sucedido instantes atrás. Se baja de la camioneta y corre hacia Jimin, quien ya está entrando a su vivienda, sin embargo el pelinegro es más rápido y logra impedir que la puerta se cierre.

—Rosita yo... —es interrumpido.

—¿Ya lo sabías? —pregunta imperturbable mientras sus ojos se muestran vacíos.

Jungkook no entiende la pregunta.

—¿Qué?

—Sobre las fotos y el artículo publicados sobre nosotros.

—Ah... eso —rasca su nuca para luego suspirar—. Me enteré cuando aún estábamos en Sapporo —confiesa—. Namjoon me lo dijo.

—¿Y no pensaste que era buena idea decirmelo? —se adentra a su casa caminando frustrado por el pasillo, Jungkook lo sigue cerrando la puerta detrás de él—. ¡Joder, Junkook, no tenías derecho a ocultármelo!

𝓓𝓔𝓢𝓣𝓘𝓝𝓨 // 𝓚𝓞𝓞𝓚𝓜𝓘𝓝 𝓐𝓤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora