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 (Recomiendo oir la canción de arriba)

—Rosita...

Jimin se congela en su lugar al escuchar el sobrenombre por el cual solía ser llamado, una simple palabra que, salida de los labios de Jungkook, lo desarma por completo. Su corazón late furioso, golpeando su pecho con un ritmo descontrolado que lo deja sin aliento. No estaba preparado para esto, no para verlo de nuevo, no después de todo lo que había pasado. Se da la vuelta lentamente, esperando que tal vez, solo tal vez, sus sentidos lo estén engañando. Pero no. Ahí está Jungkook, parado frente a él, con un ramo de rosas en la mano y esa mirada que lo pone a temblar.

—¿Qué... qué haces aquí? —logra preguntar con un hilo de voz.

Jungkook se acerca con pasos lentos, cada uno de ellos retumbando en el silencio del restaurante vacío. La sorpresa de Jimin se transforma rápidamente en una mezcla de confusión y desesperación. No puede estar pasando esto, no ahora, no cuando ha hecho todo lo posible para enterrar lo que siente.

—Rosita —repite Jungkook, adorándolo con la mirada. Lo extrañó tanto—. No me puedo rendir contigo, no puedo pasar más días sin ti.

El rubio parpadea, sus ojos brillando por las lágrimas que amenazan con caer, pero él no puede permitirse llorar. No frente a Jungkook. No ahora que ha jurado no volver a enamorarse, no ahora que ha prometido a Taehyung mantenerse alejado.

—No deberías estar aquí... Yo... —Jimin intenta retroceder, como si el simple hecho de estar cerca de Jungkook fuera peligroso. Pero el pelinegro lo sigue, acercándose más, acortando la distancia hasta que solo un suspiro los separa.

—No puedo más, Jimin —dice Jungkook, sosteniendo el ramo de rosas con fuerza—. Te he echado tanto de menos, yo simplemente ya no puedo seguir ignorando lo que siento.

Las palabras de Jungkook atraviesan a Jimin como dagas. Él también lo siente, lo ha sentido desde el principio. Ese fuego que se enciende cada vez que Jungkook está cerca, el dolor punzante cuando se aleja, esa necesidad insoportable de estar con él. Una parte de él solo quiere correr a los brazos del pelinegro, pero es tan difícil cuando tiene muchos miedos que lo sujetan. Jimin no puede permitirse sucumbir a esos sentimientos. No debe.

—Lo siento... —responde en un susurro quebrado, con los ojos fijos en el suelo, incapaz de enfrentarlo—. No puedo hacer esto —intenta marcharse, pero Jungkook es más rápido y lo detiene.

—¿No puedes? ¿O no quieres? —La voz del pelinegro suena rota, como si el dolor lo estuviera desgarrando por dentro—. Porque yo te quiero, Jimin. Ya lo sabes.

Las lágrimas finalmente se derraman por las mejillas de Jimin. Claro que lo sabe . Pero también sabe que no puede corresponderle, no cuando sabe que el amor solo trae destrucción y dolor. Él ha jurado no enamorarse, ha prometido proteger su corazón y sobre todo, se lo prometió a Taehyung.

—No se trata de lo que quiero, Jungkook. Se trata de lo que debo hacer —sus palabras son apenas un susurro, casi inaudibles.

—¿Siquiera sientes lo mismo que yo? —retrocede un par de pasos, sintiéndose frustrado de pronto—. Porque yo creo que lo haces, lo puedo ver en tus ojos, rosita. Lo puedo ver en tu actitud.

Jungkook vuelve a acortar la distancia, lo suficientemente cerca como para alzar una mano temblorosa y acariciar el rostro de Jimin. Ante el suave contacto, el rubio cierra los ojos pegándose mucho más al tacto de Jungkook. Quiere perpetrar el momento, pero se obliga a ser fuerte. Entonces abre los ojos y se aleja.

—No fuimos nada —dice con la voz temblorosa mientras mira al suelo. No sabe a quién trata de convencer, si a Jungkook o a él mismo.

—Entonces mírame a los ojos y dime que no me quieres —le pide Jungkook, su voz baja pero llena de una súplica desesperada—. Dime que todo esto fue un error, que no sientes lo mismo que yo, y te dejaré ir. Pero mírame, rosita.

𝓓𝓔𝓢𝓣𝓘𝓝𝓨 // 𝓚𝓞𝓞𝓚𝓜𝓘𝓝 𝓐𝓤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora