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La puerta está siendo golpeada una y otra vez, y los nervios de Jimin están a punto de colapsar. Al principio lo estaba ignorando, pero los golpes se empezaron a tornar más fuertes y más seguidos que simplemente no puede hacer oídos sordos.

Pone en pausa su película y se levanta del sofá con fastidio mientras masajea sus sienes. Abre la puerta con un solo movimiento y se encuentra con un par de ojos negros. Su fastidio aumenta y entonces pretende cerrar la puerta, pero la otra persona es más rápida y se logra colar dentro de la casa.

—Si no te vas voy a llamar a la policía —amenaza.

—Pues llama a quien tú quieras —dice Jungkook calmado, como si hace unos segundos no hubiera estado tocando como desquiciado—. Ya no puedes ignorarme, rosita.

El pelinegro avanza lento hacía Jimin mientras este retrocede, pero cuando su espalda toca la pared más cercana, se ve acorralado por el más alto. Jungkook pone una mano al costado de la cabeza de Jimin y a la otra la baja hasta la estrecha cintura que el menor posee. El pelirrosa suspira, odia ser tan propenso a los toques de Jungkook.

—Vete —su voz sale más baja de lo que esperaba—. No sé qué pretendes con esto, pero no va a funcionar.

Jungkook lleva su cabeza hacia el cuello del contrario y roza sus labios contra la piel sensible de Jimin, muerde ligeramente y chupa como si fuera un niño disfrutando su paleta preferida. Jimin cierra sus ojos y muerde sus labios, evitando producir cualquier sonido que pueda delatarlo.

—Yo creo que sí está funcionando —Jungkook traza un camino húmedo desde el cuello hasta las clavículas expuestas de Jimin.

Al pelinegro le encanta cuando el rosita usa camisetas gigantes y shorts diminutos, justo como ahora, pues así le facilita el trabajo. Con sus grandes manos atrapa los glúteos del más bajo y los masajea a su antojo mientras sus labios no dejan de besar sus hombros y cuello.

Jimin deja salir un jadeo ahogado, no quiere ceder, pero su cuerpo lo está traicionando descaradamente, entonces no tiene más remedio que dejarse llevar. Con sus manos atrapa el cabello de Jungkook y tira de él, pegándole mucho más a su cuerpo.

—¿Me vas a follar por última vez? —pregunta con un miedo oculto.

Jungkook se separa ligeramente de su piel para contestar.

—¿Última vez? —ríe ronco—. Esto recién empieza, rosita.

—Ah... —gime cuando Jungkook atrapa el lóbulo de su oreja—. ¿Y Jin? ¿Ya no lo quieres?

—Nunca lo quise —dice dándole la vuelta Jimin, pegando su cara contra la pared y levantándole el trasero mientras sus dedos se cuelan por el short.

—Pero... mmhg... Querías su número.

—Si, pero no para mí —rodea la entrada del pelirrosa y finalmente introduce un dígito dentro de él.

—¿N-no? —menea sus caderas en búsqueda de un toque más profundo. Jungkook sonríe ante eso.

—No, era para un amigo —mete otro dedo y hace temblar al pelirrosa—. Te preocupaste en vano, bebé.

Jimin no sabe porqué pero sonríe y gira su rostro para mirar al pelinegro, él le sonríe y no duda ni un segundo en besarlo con ganas, con ímpetu.

—Bajate el short, rosita, ya no lo necesitamos.

Jimin asiente y se gira hacia la pared otra vez. Lleva sus manos al elástico de la prenda y la desliza lentamente por su piernas junto a sus bragas, mientras empina el trasero, dándole una gran vista a Jungkook. Sabe que lo está provocando y no se arrepiente de hacerlo, quiere sentirlo dentro de él otra vez, quiere que lo coja tan duro como solo él puede y que marque su cuerpo a su antojo.

𝓓𝓔𝓢𝓣𝓘𝓝𝓨 // 𝓚𝓞𝓞𝓚𝓜𝓘𝓝 𝓐𝓤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora