𝐒𝐢𝐧𝐨𝐩𝐬𝐢𝐬:
Quién diga que sin dinero uno puede vivir, esta equivocado totalmente, pero siempre habrá lugar para el amor ¿Cierto?. Aparte los alfas parecían preferir comprar su tiempo por una noche a que buscar alguien afueras del Club, no da...
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Habían pasado unos cuantos minutos cuando todos estaban ya reunidos en la sala para empezar con la pijamada. Algunos ya se encontraban sentados entre los dos colchones que habían bajado, agradecían que la sala fuera lo suficientemente grande como para que cupiera un sofá para cuatro personas, otro más pequeño para dos, y luego estaban los dos colchones de una plaza tendidos, ambos a los pies del mismo sofá.
Max estaba jugando con los rizos del mexicano, quien se encontraba sentado en el colchón al pie del sofá, y Sergio juraba que se iba a quedar dormido si él seguía.
— Y… ¿Qué veremos? —preguntó Yuki, tomando un pedazo de pizza.
— ¿Lo ponemos a votación? —mencionó Carlos, quien había dejado caer su cabeza sobre el hombro de Charles, que andaba comiendo S'mores.
— Sí, pero recuerda que la otra vez habíamos quedado en ver una película de terror o escuchar un podcast mientras comiamos. —soltó Valtteri, quien estaba comiendo macarrones.
— Bien, entonces podríamos ver una película. ¿Ustedes qué dicen? —murmuró el mexicano, volteando a ver a George y luego a los alfas.
— No tengo problema con ver alguna película, para mejor experiencia sería mejor apagar las luces de la sala y la cocina, ¿no chicos? —dijo Nano, rodeando la cintura de Lance, que estaba a su lado, ambos sentados en un colchón.
— Yo las apago, vayan escogiendo, cualquiera estaría bien. —soltó el francés mientras caminaba hacia la cocina para servirse algo de jugo.
Lance asintió y tomó el control nuevamente para poder escoger.
Podrían abrir la noche con una de sus clásicas: El Conjuro 2. Esa película les causaba ciertos sustos cuando le prestaban bastante atención. Cuando comenzó la película, Pierre apagó las luces y lentamente se fue acercando a Yuki, quien estaba sosteniendo uno de los tazones de palomitas, y le tocó rápidamente la cintura, haciendo que este se asustara, por lo que se movió nervioso, dejando caer unas cuantas palomitas.
— ¡Carajo contigo! ¿¡Qué mierda te pasa!? ¡Mira, ya tiré las palomitas! ¿Estás feliz? —le gritó al francés enojado. Este se sentó a su lado y lo abrazó, algunos empezaron a reír por la escena manifestada.
— Oh, vamos, no te enojes, precioso, lo siento. —decía besando sus mejillas—. Prometo recompensarte luego, ¿sí?
— Hmn… Bien.
— Ay, qué lindo el amor. —chilló George desde su asiento y abrazó con ganas al morocho—. ¿No crees, Lewis?
— Déjalos, dulzura, disfrutemos la película. —antes de que el otro le respondiera, le ofreció un macarrón de la segunda caja.
— Trato hecho.
— Por fin dominaron a la chismosa —agregó Carlos divertido, pero al momento fue callado por un cojín directo a su cabeza, haciendo que también le dieran a Charles—. ¡¿Qué cojones?!
