XIV.

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"... Te quiero para volvernos locos de risa, ebrios de  nada y pasear sin prisa por las calles, eso sí, tomados de la mano, mejor dicho... del corazón ..."

De Mario Benedetti.


XIV. Sentimientos

Entré a mi habitación con mi cabeza palpitando de dolor por lo de hoy. Esto no lo había planeado, nunca lo quise. Un fuerte trueno me provoco un susto. Al ver dentro de la habitación no hallaba a Matthías y solté un resoplido de alivio. Solté mi bolso en la cama y salí al balcón donde la brisa fuerte y congelada despejaba en segundos todo lo malo que rondaba en mí, todo lo que necesitaba borrar para no volver a recordar.

Otro estruendo volvió a sonar en el cielo y, luego, la lluvia. Empezó a llover como si el cielo supiera de lo que siento en el fondo. Me quedé ahí, dejando que la gotas empaparan cabello, ropa y rostro. Me senté en suelo del balcón donde ya se habían formado charcos y aguardé ahí abrazando mis piernas, temblando de frío, pensando, solo pensando.

Justo en ese momento donde sentí que en verdad moriría de hipotermia, sentí su pasos, lentos y suaves avanzando hacia mí. No lo pensé dos veces y al verle, me levanté y lo observé. Su pelo azabache ya empapado por la torrencial  lluvia cubría su rostro y estaba cabizbajo. No tenía camisa por lo que se podía notar la lluvia recorrer su pecho. No decía nada, me pareció raro pero no tuve la capacidad de poner a pensar sobre eso.

—¡Todo fue tu culpa! —me exalté y grité.— ¡Ahora dime como recupero a Alan después de esto! ¡¡DIME!!

No dijo nada. Seguía cabizbajo y me empezaba a asustar un poco. ¿Qué le pasa?

—Fue un error hacer ese paseo.—hice una pausa para limpiar la mezcla de las gotas de lluvia y las lágrimas que me estaba saliendo.—Pensé, en realidad pensé que podrías cambiar pero esta vez tengo que hacerle caso a mi conciencia. Eres un demonio y tu no cambias por nadie. Pertenecemos a mundos muy diferentes y eso no se puede revertir, por eso tengo que dejarte tranquilo y centrarme en mis cosas.

Siguió sin soltar ni siquiera este quejido.

—Matthías... ¿Me estás escuchando? Matthías...—le palmé el hombro tres veces seguidas.

Y reaccionó pero de una manera extraña. Estiró su mano derecha y sus dedos se cerraron como si agarrara en el aire algo irreal. Empezé a asfixiarme. Algo apretaba, una fuerza apretaba sin piedad mi cuello haciéndome jadear por oxígeno. Era Matthías. En ese momento su rostro me miró dejando a la vista lo que pasaba. Ojos completamente negros sin inexistencia de la parte blanca, grietas que bajaban por su cara pálida desde los párpados inferiores hasta la estructura de su mandíbula arruinando  cada perfección que tenía su piel y, sin faltar, el brillo rojo infernal que salía de su pecho proveniente de su tatuaje.

《 No de nuevo. Esto no》

Vivía un deja vú. Es como la primera vez, todo era como la primera vez. Yo sentía y veía que lo estaban controlando por completo, esto estaba pasando de nuevo. Subió lentamente el brazo a la misma ves que yo me elevé del suelo. Estaba flotando, pero quejándome del dolor en mi garganta y el ardor en mis pulmones que causaba la falta de aire en ellos. Me está matando.

Caminó un poco en línea recta hasta dejarme al otro lado de balcón en una caída de más de veinte metros hacia abajo, una caída de muerte. La lluvia se hacía fuerte, y los relámpagos en destellos brillantes iluminaban las grises nubes de forma descomunal prendiendo las llamas de miedo en mí

Mil Rosas Para Un Demonio ⚔  1~ Bilogía InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora