XVII.

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"... ¿Por qué debería estar triste? He perdido a gente que no me amaba. Pero ellos perdieron a alguien que los amaba..."

De Mario Benedetti.


XVII. Mentiras mal contadas

"—Ella es bella. Entró en mi vida y siento que no debería hacerle daño pero no puedo evitarlo, es mi naturaleza.—" M.Cole.

•••

Su semblante ácido se mostró potente. Eso solo significaba algo, algo maléfico, un plan que solo crea su perversa conciencia.

—Hoy los ví hablando. —confesé.—Parecían estar planeando algo y estoy segura que es por tí.

—Tonterías. Ellos no pueden pasar sobre mí, los hago añicos de solo mirar su estúpida presencia.

—Estás muy confiado y no creo que sea bueno. — encarnó una ceja.—Tú mismo dijiste que tu naturaleza como demonio se está debilitando y...

—Eso no tiene nada que ver. — su voz ronca y dura como piedra resonó en la habitación.— Si ellos quieren jugar, jugaré con mis propias reglas. Cuídate tú de no caer en sus planes.

—¿Crees soy tonta?

—Para terminar cayendo en las malditas patrañas de esos dos, sí.

Me molesto.

—¿Qué rayos te pasa?

—Solo digo lo que pienso.

—Pues tu conciencia está muy equivocada.— me acerqué más él.—Se lo que hago y tengo la plena seguridad que no caeré en sus planes. No me subestimes Matthías.

Iba a irme pero su agarre en mi brazo debilitó mi plan. Con fuerza me colocó en lugar frente a él y su boca tomó la mía. Todo fue veloz y ni tiempo me dió de reaccionar. Ni recuerdo cual fue la última vez que nos dimos un beso como este donde él, con solo probar mi labios, siento que mi alma se cruza con la suya tan vacía. Tomó mi cuerpo, cargandolo con ayuda de sus brazos y yo, enrredé mis piernas en su cintura.

—¿Así es como piensas resolver todo? — musito agitada, con nuestros labios a milímetros de separación.

—Unos besos no resuelven nada, pero a veces tenemos que dejar el patético mundo  atrás, ese mundo que pertenece a una realidad problemática y sin sentido, cruel.

—Pero sabes que no podemos ignorar la realidad por mucho tiempo.

—No, pero eso no significa que no pueda besar a mi... — pensó, suspiró pesadamente y añadió:—A mi novia.

Abrí lo ojos sin creerlo.

—Lo dijiste. — sonreí.

—¿Qué? — fingió no saber.

—Dijiste que soy tu novia, lo dijiste.

—Yo... nah.

—Sí, sí. — seguí afirmándolo sin dejar de reír.—Lo dijiste hace segundos.

Mil Rosas Para Un Demonio ⚔  1~ Bilogía InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora