Primera daga

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El sol se había ocultado, las nubes se apoderaron del cielo ante la ausencia de su estrella mayor. El día estaba nublado, la noche anterior el cielo lloró ante la inesperada pérdida, y el desastroso final que tuvo una joven pareja.

Su corazón empezó a sangrar, la herida se volvía cada vez más grande. Lloró toda la madrugada. En su mente se reproducía la escena de aquella película donde su templo estaba siendo saqueado. Sus ojos se cristalizaban a medida que el rollo avanzaba.
Su salvador resultó ser un estafador.

La daga fue incrustada, caminaba sin rumbo mientras dejaba una línea roja. La gente lo miraba con pena pero nadie lo ayudaba, la tortura fue su fiel compañero.
Se abrazaba a sí mismo, se apegaba más a la pared mientras escuchaba el sonido de su celular, las lágrimas aumentaban cada vez que su nombre aparecía en la pantalla.

Las voces de su cabeza empezaron a hablar, haciéndole creer que él era el culpable, el único responsable de cada tragedia.

Sus dedos apretaron su cabello mientras trataba de calmar su llanto pero era imposible, sus sollozos aumentaron cuando escuchó la puerta ser tocada.

—¡Jisung, se que estás ahí!

El castaño se asustó ante la insistencia del mayor. Se levantó y con las pocas fuerzas que le quedaba se armó de valor para abrir la puerta. Sus pasos torpes y manos temblorosas no lo dejaron retroceder.

El pomo fue girado y enseguida un pelinegro hizo acto de presencia. El menor escaneó su vestimenta y su estómago empezó a cerrarse, su corazón se volvió inservible al ver que tenía una marca de labial en su camisa y varias marcas rojizas en su cuello.

—¿Por qué...?

—Déjame explicarte—. Intentó acercarse pero Han no lo permitió—. Amor...

—¿Amor?—preguntó en un hilo de voz—. Yo no soy mas tu amor, no voy a dejar que me vuelvas a ver la cara de idiota.

El castaño se abrazó a sí mismo, conteniendo las lágrimas—. ¿Con quién estabas? Y no trates de mentirme, te he visto, sé que estuviste revolcandote con alguien.

—Fue un error, te lo juro—. El mayor lo miraba con arrepentimiento pero Jisung ya no era el mismo chico de hace cinco años.

Movió su rostro, no iba a volver a caer. Esa mirada risueña ya no era su vicio, esos ojos color café dejaron de ser su debilidad.

Al mirarlo se daba cuenta que ya no existía ese brillo que los unía. Ya no había amor. Caricias a medias, toques sin ganas y besos sin sabor.

Por primera vez quería ponerse como prioridad.

—Minho. ¿Cuántas veces me has jurado fidelidad para después volver a hacer lo mismo? He perdido la cuenta de todos tus errores.— sus yemas presionaron su piel—. Siempre llevando una doble y yo como un idiota aguantando ¡Pero ya no! ¿¡Me oíste!? Quiero que te largues, no voy a soportar otra infidelidad de tu parte.

—¡Espera!—intentó seguirlo. Sintió miedo al ver como su pareja empezó a empacar sus cosas—. Ji, no hagas esto... Yo te amo.

No lo soportó más. Ambas manos se volvieron dos puños, su corazón latía fuertemente y por primera vez escuchó a su cabeza, no dejaría que lo volviera a envolver con dulces palabras.

—¡Tú no me amas! ¡Si me amaras no me hubieras puesto el maldito cuerno con mi mejor amigo! Si de verdad me amabas no harías esto, Minho. ¿Siempre seré tu segunda opción? ¿Qué tuvo él que no tenga yo?— a medida que avanzaba su voz se quebraba, las palabras salían rotas—. Todas esas veces que me decías que me querías eran puras mentiras ¿no? No era yo a quien preferías.

Minho guardó silencio y tal acto fue una respuesta clara. Su vista empezó a nublarse, las lágrimas pintaron sus mejillas y su corazón terminó por quebrarse.

Segunda daga.

—¿Por qué él y no yo?

—Nosotros estábamos mal... tú te alejaste y-

—¿Ahora es mi culpa?—su voz salía dolida—. Minho, yo siempre di todo para que esta relación funcione ¿Tú que has hecho?

Se volvió a quedar callado—. ¿Alguna vez me amaste de verdad?

—Yo te amaba, a mi manera pero lo hacía...

—Tu manera de amar no me hacía sentir amado, ¿logras comprender? Mi corazón te pertenecía...
Su cabeza le dio la señal y no dudó en tomar sus cosas para empezar a lanzarlas. La ira empezaba a cegarlo, sus emociones tomaron el control.

Una discusión empezó y con eso trajo miles dolores de cabeza. Cada palabra que salía de sus bocas lograba que la grieta se agrande. El corazón de ambos ya no latía en la misma sintonía, no iban al mismo ritmo. Ambos tenían rumbos diferentes.

Desde hace mucho dejaron de amarse. Minho dejó de amarlo.

Las salidas se volvieron escasas, las muestras de afecto se fueron extinguiendo y las palabras de amor iban dirigidas a otra persona. Jisung dio todo por la relación, cada vez que se alejaban él regresaba para disculparse por actos que jamás cometió.

Minho terminó por consumir su amor propio.

Pasaba las noches en vela, su única acompañante era la luna. La cama se volvió fría ante la espera de su acompañante, la sábana seguía tendida y la luz jamás fue apagada.

Su corazón punza mientras solloza.

Iba cayendo en un pozo sin fondo, a la vez que su amado calentaba la cama de otro.

Cancelaba salidas por exceso de trabajo ¿Qué clase de empleo te hace trabajar hasta las tres de la mañana? ¿Cómo es posible que un abogado trabaje en un hotel? ¿Acaso tus citas de trabajo eran en un bar?

Ahora comprendía qué clase de personas atendías.
Los aniversarios se volvieron días normales, comunes y corrientes, su amor jamás fue celebrado. Lo escuchaba decir "soy malo con las fechas" pero recordaba a la perfección los gustos de su amante.

Las rosas rojas que iban adornando la sala se volvieron actos cotidianos pero a Jisung no le gustaban las rosas. Aquella camisa de color azul que le regaló en su cumpleaños, no era de su talla y lo principal, Jisung odiaba el azul.

Voces rotas, miradas con desilusión y gritos desgarradores que alertaron a los vecinos pero ninguno le tomó importancia. El llanto se mezcló con el dolor y las súplicas del mayor fueron ignoradas. Jisung cerró con fuerza la puerta, su pecho subía y bajaba de forma errática, su cuerpo se desvaneció y se abrazó con la poca fuerza que le quedaba.

Cinco años de una falsa felicidad.

"Siempre te amaré" "Eres lo más importante de mi vida" Más declaraciones que se volvieron crueles mentiras. Su amor siempre fue una ilusión. Era el rey de un castillo que sufrió un atentado, se quedó atrapado entre tanta destrucción.

Minho fue el traidor.

Su templo se desplomó, el palacio que habían construido fue quemado por su amado. Le arrebató la corona mientras lo dejaba morir, agonizando y sin fuerzas para continuar.

Al cerrar aquella puerta la señal fue clara, había cortado el hilo que alguna vez los unió. Su mente no dejaba de reproducir la cruel imagen y su corazón dolía como el mismo infierno. Sus uñas se plantaron en su piel ante la necesidad de correr hacia él.

Estaba perdiendo la batalla.

Cayó profundamente cuando su cuerpo dejó de reaccionar, sus mejillas se secaron y solo quedaron las marcas del desgarrador llanto de aquel día.

Esa noche, después de cinco años, volvió a dormir solo.

E.N.D || MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora